sábado, 29 de marzo de 2008

Campaña por el Aborto Legal - Asamblea 5 de abril


Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito

Por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos...

Art. 1°: Toda mujer tiene a derecho a decidir la interrupción voluntaria de su embarazo durante las primeras doce semanas del proceso gestacional.


Mar del Plata, 26 de Marzo de 2008

Queremos invitar a ustedes, compañeros y compañeras de diversas organizaciones sociales y personas interesadas a difundir y participar de la Asamblea de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito de Mar del Plata, a realizarse el día sábado 5 de abril a las 18 horas en XX de septiembre y San Martín (Centro Cultural América Libre – Casa del Pueblo).

Como muchas y muchos saben, en Argentina el aborto es ilegal. La ley establece penas tanto para la mujer que se lo practica como para quien realiza el procedimiento. (art. 85,86,87 y 88 del Código Penal).

La misma ley establece dos causas de excepción a estas penas: cuando el aborto se practica para "evitar un peligro para la vida o la salud" de la mujer o si el embarazo proviene de una violación de una mujer "idiota o demente" (Art. 86, incisos 1° y 2° del código penal).

Estas dos excepciones en la práctica rara vez se cumplen; en casi todos los casos que entran dentro de estos supuestos los médicos se niegan a practicar el aborto por sus propias creencias religiosas.


Los objetivos de la campaña son muy claros y puntuales, y reflejan la intención de miles de mujeres que en los Encuentros Nacionales de mujeres 2003 y 2004 iniciaron la campaña, donde la necesidad de esta articulación para la acción se hizo cada vez mas necesaria, y que continua creciendo en la actualidad.
La Campaña recolecta firmas y organiza distinta acciones culturales como modo de:

Visibilizar la problemática del aborto en condiciones de ilegalidad y ofrecer la oportunidad de que hombre y mujeres se pronuncien al respecto.
Poner en juego nuestra convicción y nuestra capacidad de trabajo para garantizar que se cumplan nuestros derechos.
Presionar para lograr el tratamiento y aprobación del proyecto de ley que despenalice y legalice el aborto en todo el territorio nacional, debatiendo los puntos centrales que deben ser garantizados por el Estado, en los organismos legislativos, responsables de modificar el status legal del aborto.
Que se cumplan sin dilación las disposiciones legales vigentes sobre abortos no punibles y la atención humanizada del parto y el post-aborto.

Es intención generar un espacio de intercambio, discusión y acción en torno a las estrategias, que como organizaciones, actores y actoras sociales, nos damos para difundir la Campaña y el apoyo al proyecto de Ley presentado el 28 de mayo del 2007 en el Congreso Nacional, así como todo lo relacionado con la lucha por el aborto legal en la Argentina.
Si bien la Campaña es una iniciativa Nacional, la misma se organiza localmente mediante asambleas periódicas con las y los interesados en trabajar esta problemática, es por esto que los y las invitamos a acercar sus ideas, experiencias y acciones para sustentar esta lucha.

Educación Sexual para Decidir
Anticonceptivos para No Abortar
Aborto Legal para No Morir

La mujer decide
La Sociedad respeta
El Estado garantiza

Contacto: abortolegalmdp@yahoo.com.ar

miércoles, 26 de marzo de 2008

Presentación del Colectivo Frida - Noche de cuerpos rebeldes

En una sociedad donde pareciera que sólo podemos poner el cuerpo para que éste sea mercantilizado, domesticado, invisibilizado, discriminado, o criminalizado, nosotras y nosotros, desde FRIDA Colectivo de Lucha Antipatriarcal, hemos decidido poner nuestro cuerpo individual, pero también nuestro cuerpo colectivo, para enfrentar no sólo al opresor y opresora externo, al Estado, al cura, al milico y al patrón; sino también para enfrentar al opresor y opresora que hemos internalizado.
Poniendo el cuerpo hemos decidido enfrentar y transformar este sistema capitalista perverso y esta sociedad patriarcal, jerárquica y heteronormativa que coloca a una gran parte de la humanidad en desventaja – desventaja que incluso se paga con la muerte-. El patriarcado es ley, determina lo que queda adentro – un adentro con jerarquías- y lo que queda afuera, qué es lo normal, y qué lo anormal, lo verdadero y lo falso.
Sociedad patriarcal y capitalista que nos dice, a lo largo de siglos, cuál es nuestro rol en la sociedad, cómo tenemos que ser, si debemos desear o no y cómo, cómo debemos sentir, movernos, vestirnos, actuar nuestros gustos y preferencias, a qué debemos jugar, cómo debe ser nuestro cuerpo, etc.
Es decir, no sólo nos dice cómo ser, sino cómo no ser, nos niega otro montón de posibilidades de ser, sentir, actuar y desear.
Por eso, poniendo el cuerpo hemos decidido transformar lo personal en político, transformar este sistema excluyente y opresor, pero también autotransformarnos individual y colectivamente. Hemos decidido enfrentarnos y vencer nuestras propias miserias, contradicciones, miedos, vergüenzas, limitaciones, errores, egoísmos, facilismos y conformismos.
Hemos decidido poner en evidencia que también en las prácticas cotidianas y en otros aspectos importantes de nuestras vidas, se ejerce opresión, violencia, desigualdad, alienación, explotación, autoritarismos e injusticias, y que nosotras y nosotros no queremos padecerlas ni reproducirlas.
Hemos elegido dudar de lo que se nos presenta como “natural”, hemos decidido criticar y criticarnos, entendiendo la importancia de tener una coherencia entre el discurso emancipador y las prácticas cotidianas.
El deseo es subversivo. El deseo castrado, reprimido, aplastado, deformado, es el espacio de la domesticación, de la obediencia, de la dominación. En cambio, cuando el deseo es afrontado, es corporizado, es concretizado, cuando exige derechos, es un espacio de creación y resistencias, de libertad y celebración.
Por eso deseamos y elegimos construir una sociedad sin explotación, y sin opresiones de ningún tipo, en donde los cuerpos no signifiquen más que lo que esos cuerpos quieran significar.
Donde el placer no sea pecado, ni sea exclusivo para unos pocos y pocas. Donde nuestros cuerpos no sean mercancías, ni invisibles, ni olvidables.
En donde poner el cuerpo, sea sólo para el placer, para el abrazo, para la caricia, para jugar… y no para morir de hambre, para la discriminación, el frío, la soledad, la tortura, la cárcel, para pedir monedas en la calle, para enfrentar una guerra, un genocidio, para ser abusada/o por un cura, golpeada/o por un padre, por un marido, por la policía.
Donde poner el cuerpo sea para parir (si es que quiero), y no para morir por un aborto clandestino; o por el SIDA y la falta de medicamentos; o por ser violada o violado.
Donde poner el cuerpo signifique construir en conjunto, responsabilidad hacia otros cuerpos, y no puro individualismo aterrado, ni hedonista.
Donde mi cuerpo sea deseado (y no sólo desde lo erótico) por ser mujer, hombre, travesti, transexual, gay, lesbiana, intersex, negro, pobre, mestizo, indígena, viejo, “discapacitado”.
Hemos decidido intentar construir en nuestro presente el futuro que deseamos, entendiendo que de “muchas revoluciones se hace el camino de La Revolución”. En donde la música la hagamos entre todos y todas, pero que cada cual la baile como quiera, a su ritmo, en su estilo…..
Y vos ¿ya decidiste?

martes, 25 de marzo de 2008

CÓMO SURGE EL COLECTIVO FRIDA?

CÓMO SURGE EL COLECTIVO FRIDA?

Es en la experiencia del Centro Cultural América Libre que comienza a recortarse, dentro del colectivo, un grupo más pequeño animado por incipientes convicciones antipatriarcales y feministas.

Lo que en agosto del 2006 había sido un grupo de lectura de mujeres sobre temas de género, luego de la toma del Centro Cultural, devino en un espacio que comenzó a plantearse como posible la lucha antipatriarcal

A los pocos meses comenzó a formarse en el Centro Cultural lo que denominábamos Grupo de Género o Grupo Antipatriarcal, con compañeras y compañeros con las/los que habíamos compartido otros ámbitos del activismo, como así también con estudiantes universitarios que recién se incorporaban al mismo.

La cercanía del XXII Encuentro Nacional de Mujeres 2006, nos motivó a organizar la primera actividad para recaudar fondos para el viaje a Córdoba, lo que nos requirió cierto grado de organización concreta.

Nació la “Noche de las Mujeres Luchadoras”, que desarrollamos el 7 de septiembre en el América, evento que contuvo expresiones artísticas diversas (música, teatro, danza, percusión, fotografía).

Esta actividad y la elaboración de los bonos contribución que nos permitirían recaudar los fondos necesarios para llegar a Córdoba, nos obligaron a buscar un nombre que nos referenciara

Así nace Frida. Un punto de encuentro para el debate y la intervención en la lucha antipatriarcal. Un espacio democrático en donde participan compañer@s de diversas organizaciones, movimientos e independientes.

Conjurando cuerpos rebeldes que puedan sentir y pensar nuevas relaciones sociales mas allá de los roles, prejuicios, y violencia que el patriarcado produce y el capitalismo potencia.

Se trata de un camino lleno de preguntas, de un mapa que es necesario comenzar a trazar, para llegar mas allá de la frontera de los “cuerpos que importan” y que requiere ser construido colectivamente.




POR QUÉ FRIDA?

POR QUÉ FRIDA?

Frida surge como propuesta de nombre, luego de hacer un recorrido por la vida de ella y en un intento de valorar el arte, la producción creativa como dadora de libertad.

“Pies, para qué los quiero, si tengo alas para volar” dijo Frida en su diario. Algunos y algunas nos identificamos con ese sentir.

Frida – Colectivo de Lucha Antipatriarcal fue la denominación que elegimos. En consonancia con una perspectiva también incipiente sobre el activismo, la participación social.

Una compañera hizo un logotipo, pensando y sintiendo la diversidad del grupo, una tipografía “irregular” que permitiera su utilización “sin un molde”, con énfasis en los violetas y lilas en algunos diseños, considerando la filiación feminista de varios y varias del grupo.

Y convocamos a amigos y amigas, a compañeros y compañeras a juntarnos.

Al tiempo, discutimos la trascendencia de Frida Kahlo, más allá de sus obras artísticas, su asunción pública de la bisexualidad y sus “juegos con las apariencias” que cuestionaban los estereotipos de género.

Entendimos que podía haber “Fridos” y “Fridas”, tal como ella llamaba a sus alumnos, lo que daba cuenta también de la particularidad de nuestro colectivo: la de no ser un espacio exclusivamente de mujeres.

El activismo antipatriarcal, contra toda opresión de géneros

Este es una de las primeras elaboraciones de algunas, previo a la conformación del colectivo...

MARZO DE 2007

El activismo antipatriarcal, contra toda opresión de géneros

Revolución en las plazas, en las casas y en las camas

Cuando hablamos de cambio social revolucionario, generalmente pensamos en la forma en que lograremos el socialismo y especialmente nos referimos a la manera en que avanzaremos hacia la “toma del poder” y la expropiación de los medios de producción a la burguesía, para socializarlos. También consideramos que nos encontramos en una etapa de acumulación de fuerzas, de sostenimiento y crecimiento de la unidad en el campo popular, pero también de crecimiento de la coordinación de las acciones. Crecimiento en las luchas, que dejen saldos de acumulación en términos de experiencias de poder popular, desarrollo de autonomía y grados de organización.

El desafío del crecimiento de los movimientos sociales no responde a una única verdad que conduzca, “indefectiblemente” a la liberación o emancipación. Es cierto que podemos decir qué sectores organizados han dado muestras históricas de lucha, pero no podemos decir que ninguno de los sectores organizados en torno a determinadas demandas que no han sido protagonistas hasta ahora , no podrán serlo.

Sabemos que nuestra lucha es contra el capitalismo y contra las formaciones y relaciones sociales que el mismo promueve para sustentarse y reproducirse, y esto es lo que le agrega complejidad a la discusión.

Una de estas instituciones o formaciones sociales a las cuales nos oponemos es el patriarcado que “regula” nuestra vida cotidiana, vía mandatos familiares, grupales, etc.

¿De qué hablamos cuando decimos patriarcado?

El patriarcado es un sistema más antiguo que el capitalismo y se sostiene más allá (y más acá) del sistema económico en el que vivimos. El sistema capitalista utilizo las opresiones y jerarquías instituidas por el patriarcado, las profundizó y/o las adaptó a las nuevas necesidades del sistema (la emergente sociedad de clases).

Vale decir, hubo patriarcado antes de que hubiera capitalismo, junto con formas de organización comunal no patriarcales. Así, el Capitalismo, en un vertiginoso avance de alcance mundial, actuó homogenizando la diversidad propia de la realidad social. Este es un proceso que es visto frecuentemente como la “occidentalización” del mundo, donde las instituciones sociales son reconvertidas, al influjo de la cultura patriarcal funcional al nuevo sistema de producción mundial: el patriarcado promueve e impone un único modo de concebir la familia, la niñez, la sexualidad, los roles sociales, lo público y lo privado, etc.; reprimiendo toda manifestación que cuestione su lógica omniavarcativa. Esta consiste fundamentalmente en la existencia y reproducción de jerarquías, personalismos y autoritarismos, que nada tienen que ver con la democracia.

Hablamos de heteropatriarcado para referirnos al modelo heterosexual, sexista (machista), monogámico, sacramental, modelo que en todo el mundo occidental y cristiano sostiene, paradigmáticamente, la iglesia católica y otras instituciones como el estado, la policía, el ejército, la familia, etc.

Es por esto que toda institución, grupo o colectivo que reivindique esos valores, deberían ser considerados como espacios que, por lo menos, allanan el terreno al enemigo, aunque en algunos casos deben verse como parte constitutiva del bloque dominante al que pretendemos oponer la organización y la lucha popular

Qué queremos decir con complejidad?

Decimos que, para analizar, criticar y cambiar el mundo, debemos combatir a una cultura que se plantea como la única posible, una cultura hegemónica que se impone a través del disciplinamiento y el control social, que se cuela en todos los espacios de la vida misma (sin ánimo de citar a Gran Hermano, aunque vendría al caso) y tenemos la responsabilidad de no caer en reduccionismos y dogmatismos que nos impidan captar la realidad social y la de los colectivos populares.

Debemos promover una mirada abierta a captar la realidad en términos dialécticos. Esto nos obliga a ser muy claros con el uso de ciertas herramientas conceptuales.

A qué herramientas conceptuales nos referimos?

Creemos que fundamentalmente contamos con la cosmovisión marxista que nos clarifica el camino en la lucha por el socialismo, al visibilizar la existencia de la contradicción principal del capitalismo, de la que da cuenta la existencia de una mayoría, oprimida para ser explotada por una minoría parásita que monopoliza la propiedad de los medios de producción.

Lucha de clases es el concepto que plantea este enfrentamiento irreconciliable entre explotados-oprimidos y explotadores-opresores.

Pero qué son las clases?

Clase es el concepto que, desde la perspectiva marxista da cuenta de un sujeto, colectivo que mediante un proceso de concientización arribaría a la certeza de la necesidad de un cambio revolucionario que por la acción colectiva pueda socializar los medios de producción.

Una de las discusiones más extendidas en la izquierda actual tiene que ver con la composición del sujeto (siempre colectivo)del cambio social y la cuestión de la centralidad de la clase obrera.

Es el concepto de pueblo el que zanja en cierta manera la discusión, al permitirnos eliminar la posibilidad de considerar a la clase obrera como componente exclusivo de la organización popular por la liberación.

La realidad actual nos muestra, a su vez, la emergencia de fenómenos que no pueden pensarse sólo desde la perspectiva de clase.

¿Pero qué es primero: la revolución socialista, la toma del poder para la socialización de los medios de producción o la “revolución antipatriarcal?

Sostenemos que queremos la emancipación, ¿pero de quienes? Queremos una emancipación que nos haga libres, pero ¿ de qué? Si postulamos que los sujetos deben ser verdaderamente autónomos, es decir, sujetos con un discurso propio, que tienen la capacidad de negar o afirmar el discurso del Otro con conocimiento de causa significa que la revolución (¿ o revoluciones?) ¿es sólo una cuestión de socializar los medios de producción?, ¿ ahí se terminan todos los problemas? ¿Se puede considerar, por ejemplo, la opresión de género como un “problema secundario” a superar en un futuro socialista, pero no a combatir en el presente de la lucha?

La idea de que cambios estructurales promoverán, por sí solo, cambios culturales o de superestructura, al modo de reflejo, hace tiempo que es cuestionada.

Debemos luchar contra el sistema capitalista mientras prefiguramos el tipo de sociedad que queremos para el futuro: la solidaridad, el compromiso y el compañerismo se construyen día a día y sería muy arriesgado intelectualmente pretender que los valores que soñamos para el mundo fueran a aparecer mágicamente luego de la toma del poder o la socialización de los medios de producción o la instauración de una dictadura del proletariado.

Sabemos también que las luchas por derribar la cultura hegemónica no se resuelven sólo con plantear una futura Revolución Cultural.

Hay batallas que debemos dar desde ahora, en paralelo con el desarrollo de nuestra política, siempre atentos a priorizar lo que consideramos estratégico para el avance revolucionario, para la creación colectiva que será el socialismo.

La subestimación de los cambios culturales y del papel de la subjetividad en la historia ya provocó demasiadas incomprensiones (de los cuales tenemos numerosos ejemplos como la Unión Soviética, la Revolución China, etc o Cuba que da cuenta de las limitaciones que los cambios estructurales, económicos tienen a la hora de eliminar, por ejemplo, la opresión machista sobre mujeres y “minorías” sexuales) no sólo del feminismo sino de todas aquellas perspectivas emancipadoras que nacen de la rebelión frente a otras opresiones y otros dolores que no son las de la contradicción capital-trabajo.

Por eso, ¿hablamos de emancipación o de emancipaciones? ¿Se puede hablar hoy en día de sólo emancipación económica o es también necesario hablar de emancipaciones en plural-de clase, de género, de etnia, etc.?

La lucha antipatriarcal es sólo una cuestión de las mujeres?

En todo sistema de dominación se intenta controlar el cuerpo y la sexualidad (si lo sabrían los jesuitas!!), por eso es necesario que revisemos y cambiemos las prácticas y las representaciones sociales de género que se construyen en torno a la concepción patriarcal, jerárquica y heteronormativa de la sexualidad que coloca a una gran parte de la humanidad en desventaja-que incluso, hasta se paga con la muerte, y si no veamos la cantidad de travestis que son asesinadas por la policía por año-.

El patriarcado es Ley, determina lo que queda adentro-un adentro con jerarquías-y lo que queda afuera, qué es lo normal y lo anormal, lo verdadero y lo falso, lo sano y lo enfermo, lo legítimo y lo ilegítimo. La sociedad patriarcal nos dice, a lo largo de los siglos, cuál es nuestro rol en la sociedad, cómo tenemos que ser, si debemos desear o no y cómo, como debemos sentir, movernos, vestirnos, actuar, nuestros gustos y preferencias, a qué debemos jugar, cómo debe ser nuestro cuerpo, etc. Es decir, no sólo nos dice como ser, sino que nos niega otro montón de posibilidades de ser, sentir, actuar y desear.

Al hablar de género, estamos diciendo que es una construcción social, histórica y cultural, por lo tanto modificable. El género no es algo preexistente, algo natural que emana de nuestra biología, sino que es una representación de ciertas normas que son sociales, históricas y culturales que se transmiten de generación en generación y que conllevan diversas consecuencias punitivas si te salís del libreto y decidís actuar de otra forma.

Las normas de género, tienen el propósito estratégico de mantener al género dentro del marco patriarcal, heterosexual y jerárquico, que al ser constantemente repetidas de generación en generación nos da la idea de que son naturales y necesarias.

Por qué las luchas antipatriarcales y contra todo tipo de opresión de géneros debe ser parte de nuestra política?

El Che planteó que el punto de quiebre en la subjetividad (que, por cierto, puede dar inicio a la militancia) se encuentra, no en tomar conciencia sólo de la necesidad del cambio, sino en creer que ese cambio es posible.

Son muchas las formas en que, como pueblo, podemos visualizar la posibilidad del cambio, que nos saque del inmovilismo y que nos active para tener iniciativas emancipatorias, que le generen muchas grietas distintas al sistema de dominación..

Entonces, las luchas por reivindicaciones de sectores minorizados por la opresión de género, vía disciplinamiento y control social, son no sólo legítimas sino necesarias para la toma de conciencia de la necesidad del cambio revolucionario y de su posibilidad.

Deberíamos preguntarnos qué pasa cundo en los proyectos emancipadores, de liberación social, no se contempla (NO SE HABLA) de la opresión de genero. ¿qué pasa cuando reproducimos la misma opresión que supuestamente queremos combatir? Hay cuerpos que son invisibles, eludibles para el sistema. Pero para sociedad excluyente ya tenemos ésta (pobres, mujeres, discapacitad@s, ancian@s, travestis, lesbianas, negr@s, indígenas, etc); no podemos cometer el error de creer que estas cuestiones son “problemas secundarios” si queremos construir una sociedad libre en donde valga la pena vivir, en donde no existan dolores que pueden evitarse.

Se hace necesario reflexionar y tener en cuenta cómo las relaciones de poder se reproducen en lo cotidiano, cómo se territorializan en nuestros cuerpos, se internalizan de tal manera que no nos cuestionamos ciertas prácticas porque las consideramos naturales desde siempre. A decir de Foucault, cómo somos constituidos mediante discursos, prácticas, estructuras de poder y saber y cómo reproducimos constantemente esas relaciones de poder.

Lo personal es político, y al decirlo, ponemos en evidencia un debate que tiene que darse hacia dentro de la izquierda: que lo cotidiano también es parte de la lucha por la emancipación, que debe haber coherencia entre nuestras propuestas emancipadoras y nuestras prácticas cotidianas, teniendo en cuente siempre, que en aspectos bien importantes de nuestras vidas, se ejerce opresión, violencia, desigualdad, alineación, autoritarismo, injusticias y que nosotros y nosotras no debemos (ni queremos) reproducirlas.

“Revolución en las plazas y en las casas, revolución que nos revolucione a nosotras, que nos haga derrotar en primera instancia al opresor y a la opresora que hemos internalizado, y que nos ubican en el lugar de los buenos modales. Revolución que nos permita reconocernos, e identificar la legitimidad de nuestros deseos, como motores posibles de una historia que merezca ser vivida. Revolución que nos permita destruir las bases del poder asesino, que se encuentran en la impotencia para pensar en la posibilidad de derrotarlo. Revolución que es social, que significa terminar con todas las formas de explotación clasistas; pero que es también y fundamentalmente cultural. Porque nos obliga a combatir todos los mecanismos de dominación, abiertos y velados, que se expresan a veces de forma descarnada, y otra sutil, condenándonos a aceptar que el capitalismo y el patriarcado son fenómenos naturales como la lluvia en febrero o el calor en noviembre” (Claudia Korol, 2004).

sábado, 15 de marzo de 2008

Frida Kahlo

Para ver fotos y obras de Frida
haz clik aquí

sábado, 8 de marzo de 2008

8 de marzo en Buenos Aires

Vean este video en youtube del 8 de marzo de 2008 en la costanera en Buenos Aires
http://mx.youtube.com/watch?v=J9FccyB7WD8

miércoles, 5 de marzo de 2008

Las Mujeres Frente a los Espejismos Actuales

Por Roxana Longo 1

El próximo 8 de marzo, día de lucha internacional de las mujeres, una vez más el movimiento de mujeres irrumpirá en el espacio público, no solamente para conmemorar dicha fecha o acontecimiento de lucha, sino también expresar nuestras denuncias, demandas, reivindicaciones y propuestas.
Como mujeres latinoamericanas, es necesario reflexionar sobre los avances, los límites y los desafíos que se nos presentan al movimiento de mujeres en el escenario actual.
Si analizamos el contexto actual, podemos visualizar, reconocer e identificar la presencia de falsos espejismos, que pueden impactar negativamente en la relevancia que en los últimos años ha emergido del movimiento de mujeres en el escenario político, callejero e insurgente latinoamericano.
Cada vez resuenan más y más discursos que embanderan la incidencia de las mujeres en el poder institucionalizado, en la hegemonía política.En este sentido, cabe señalar la función de los medios de comunicación hegemónicos, que en sus análisis insistentemente aluden a la presencia de mujeres presidentas en el contexto actual. Como si esa condición, les daría la legitimidad para que representen y garanticen las necesidades de ciertos sectores desfavorecidos, y especialmente de las mujeres. La "mediatización" de la lucha de la liberación de las mujeres no peca de ingenuidad, sino que sirve para legitimar ciertas figuras, ciertos intereses, ciertas políticas que poca relación tienen con la emancipación que la mayoría buscamos. Lo preocupante es que este escenario puede paralizar, neutralizar, entrapar o confundir específicamente al movimiento de mujeres, pero también a la sociedad en general.
En este sentido, presento algunos interrogantes:¿Puede una mujer, a priori garantizar la igualdad tan anhelada que buscamos las mujeres históricamente? Que algunas mujeres accedan al poder institucionalizado, tal como se presenta en la actualidad, ¿garantiza que ellas se identifiquen con nuestras demandas, reivindicaciones y propuestas? ¿Es legítimo “respetar” a mujeres que han crecido históricamente en política dentro de lógicas patriarcales, capitalistas, corruptas? ¿Es respetable aceptar a personajes políticos, por el solo hecho de ser mujer, cuando en realidad sus prácticas políticas históricamente se han identificado con estilos convencionales de masculinización, razón por la cual llegaron al poder? ¿No será que en la actualidad necesitan la utilización de su figura femenina para implementar políticas que poco tienen que ver con nuestros intereses? ¿Se justifica que se apropien de nuestros discursos, y que además diluyan los mismos y consecuentemente nuestras demandas y reivindicaciones?, en tal caso, ¿no será que el poder, para legitimar el sistema social, cultural, económico y legal vigente necesita la introducción de algunas mujeres a los ámbitos de visibilidad y poder?Al control masculino e institucional, ¿no le es necesario en este contexto “nuevas figuras” para consolidar el proceso de recomposición de la institucionalidad?
Frente a la mediatización de la luchas de las mujeres, y frente a la irrupción de ciertas mujeres en el poder en el plano latinoamericano y mundial, las realidades y situaciones que vivimos cotidianamente las mujeres poco se han modificado.Revisemos algunas de las situaciones a las que estamos expuestas las mujeres. Si pensamos el lugar que adquiere el cuerpo femenino, debemos detenernos en las prácticas represivas vigentes. La represión se presenta, por ejemplo, contra las trabajadoras a las que se les impide la sindicalización y/o organización (lo hace por ejemplo el Gobierno de Cristina K con las trabajadoras del Casino). En esta etapa, las mujeres están siendo instrumentalizadas, ya que no solo se necesita que garanticen la reproducción del sistema capitalista a través del trabajo doméstico; en la actualidad se convierten en un bastión importante para las lógicas de acumulación de las empresas multinacionales que prefieren emplear a mujeres, porque son más baratas, más flexibles, más expuestas a situaciones de superexplotación y su situación de irregularidad determina que siga siendo conveniente emplear a mujeres. Es prudente aclarar, que en tiempos pasados, también existían condiciones de explotación, ya que en las fábricas trabajaban muchas mujeres malpagadas y explotadas, pero a la luz de la situación actual podemos asegurar que hay una reconfiguración de las lógicas de producción/explotación, que ubica a las mujeres a transitar por otras inequidades, vulnerabilidades diversas a las pasadas. Es decir, las mujeres están expuestas a nuevas problemáticas que en la mayoría de los casos derivan en procesos sumamente difíciles que las afecta tanto a nivel objetivo como subjetivo. Pensemos tan solo en la introducción de la maquilinización en los países de América Latina. Cabe señalar, que muchos de estos tipos de trabajo, son asumidos por mujeres jóvenes que ingresan por primera vez al mercado laboral. La transformación del mundo del trabajo, va en concordancia con una reconfiguración del mundo económico, social, y cultural que se implementa en nombre del “progreso”, del “desarrollo” y/o “modernización”. Esta realidad, es producto de decisiones políticas que afectan considerablemente a mujeres campesinas, que hasta hace unas décadas sobrevivían de la agricultura familiar y en tiempos actuales son expulsadas de sus tierras, despojadas de sus prácticas tradicionales, vivencian la imposición de ciertos patrones culturales en desmedro de sus formas organizativas, de sus prácticas habituales. Paralelamente, desde el poder se sentencia a las mujeres al silencio, y a quienes desacatan este mandato, se les aplica procesos de judicialización y/o criminalización que en algunos casos afecta negativamente a sus comunidades. Las mujeres en todos los países del mundo seguimos siendo las más pobres, contradictoriamente somos las que más trabajamos pero recibimos menor retribución personal. Otro de los temas que nos convoca al movimiento de mujeres se refiere a los desafíos que se nos presentan en relación al combate del feminicidio que se presenta en nuestras sociedades de forma visible y preocupante. La violencia hacia las mujeres sigue siendo un tema candente en nuestras sociedades, que requiere de políticas públicas serias, profundas, que cuestionen los pilares de una sociedad patriarcal, misógina, y justificadora de la violencia hacia las mujeres. (no se resuelve con creaciones de “brigadas móviles” que escuchan a las mujeres que padecen violencia, pero que no alientan a un cambio estructural de la situación, como sucede con el actual programa nacional llamado :“Las Víctimas contra Las Violencias” dependiente del Ministerio del Interior, que por otro lado es difícil de verificar su alcance de estatus nacional. En la misma sintonía se requiere una intervención clara que denuncien, prevenga y luche contra el tráfico de mujeres y niñas/os para la prostitución. Debido a esta problemática miles de mujeres son secuestras y forzadas a ejercer la prostitución. A nivel internacional la trata de personas representa el tercer lugar entre las actividades ilegales más lucrativas del mundo, luego del tráfico de armas y antes que el trafico de droga. Por otra parte, no podemos obviar las diversas problemáticas que generan en las mujeres el estar expuesta a la explotación sexual. En materia de políticas públicas, tampoco se visualizan grandes avances en el plano de igualdad para las mujeres. La implantación de políticas públicas, en términos generales contiene un fuerte componente patriarcal y asistencial. Existen programas sociales destinados a mujeres que refuerzan las prácticas y representaciones sociales tradicionales. Solamente a modo de ejemplo, existe un programa denominado Programa Familia que es destinado a mujeres de sectores populares, en el cual se refuerza la imagen de la mujer exclusivamente como madre 2.
Las mujeres continuamos siendo cautivas del derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. La iglesia, las instituciones y los gobiernos norman la sexualidad femenina, desestiman las muertes de mujeres por abortos clandestinos. Son las mujeres presidentas quienes se alinean al poder clerical, identificándose con sus ideales patriarcales que anulan toda capacidad de autonomía de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.Es también, el caso de la Ministra de Salud de Argentina quien afirma: “el tema del aborto compete a política penal”. Estas declaraciones se ordenan en los acuerdos que realizan algunas de las mujeres que llegan al poder político con los poderes eclesiales. No podemos dejar de analizar esta situación sin mirar el avance de los fundamentalismos religiosos frente al protagonismo de las mujeres a nivel continental. Frente a este cuadro de situación, que seguramente es escaso en relación a las múltiples problemáticas que afrontamos cotidianamente las mujeres en nuestros países, ciudades, pueblos y comunidades, el movimiento de mujeres enfrenta varios desafíos.En primer lugar, se nos plantea el desafío fundamental de analizar la complejidad que nos presenta la realidad actual, para no caer en una fascinación, en un espejismo que muestra una realidad distante y diversa a la vivida por la mayoría de las mujeres. El peligro de caer en los falsos espejismos, pude llevar en algunos casos a la paralización de nuestras prácticas y reflexiones. En última instancia, a la pérdida de radicalidad que expresó en los últimos años el movimiento de mujeres en el escenario político. En este sentido, es oportuno destacar y valorar el papel que las mujeres han ocupado en los movimientos sociales, desafiando el rol asignado socialmente de subordinación al ámbito de lo privado, la esfera doméstica, apropiándose de un espacio que les corresponde legítimamente pero que históricamente les ha sido denegado. Miles de mujeres han desoído dicho mandato construyendo un nuevo tipo de protagonismo dentro de una sociedad cuyos pilares se sustentan en un sistema patriarcal. Mujeres activas en diversas acciones, mujeres empoderadas y valiosas que trabajan cotidianamente en diversas organizaciones sociales, que resisten los ajustes estructurales en sectores como educación y salud, que participan activamente en los sindicatos, que se agrupan en colectivas feministas, que resisten en el espacio privado y en el espacio público. Otro de los desafíos presentes consiste en confrontar con los medios masivos de comunicación, que hoy legitiman la presencia de mujeres en el poder, que en su mayoría reproducen designios patriarcales, desarrollistas, clasistas, eurocentristas, aludiendo a que ellas representan los cambios y los avances en el escenario político actual. Pero sabemos que mañana, estos mismos medios masivos de comunicación, no tendrán reparo para condenarnos a todas las mujeres, por las experiencias desarrolladas en la actualidad por algunas mujeres. Que serán el escudo de batalla, para una vez más en la historia juzgarnos como incapaces, como no aptas para la intervención en la esfera pública. Además se nos presenta el desafío de ejercer el sentimiento de solidaridad, con mujeres que luchan en diferentes partes, y contra diferentes problemáticas. Ejercer desde nuestra práctica el sentimiento de otredad, necesario cuando pensamos en una sociedad diferente a la actual. Un gran desafío, es consolidar procesos de articulación locales, nacionales e internacionales en un contexto en el que prima la fragmentación, la desconfianza, el desencuentro. Sin un diálogo sincero, que supere los prejuicios históricos existentes dentro del movimiento de mujeres, no podremos superar la atomatización en la que se podría llegar a caer. Así como también es necesario establecer un encuentro con corrientes feministas que se proponen la interacción con diversos movimientos sociales, de manera que el proceso lleve a formas consensuadas en la producción de acciones sociopolíticas colectivas, que tengan como objetivo no retroceder en el rechazo sobre los pilares que configuran el modelo de dominación existente, el capitalismo, el patriarcado, el racismo y la discriminación étnica.
1 Pañuelos en Rebeldía.
2 Programa coordinado por el Ministerio de Desarrollo Social. Objetivo: promover el desarrollo, la salud y permanencia en el sistema educativo de los niños, y evitar la exclusión social de la familia en situación de pobreza. Consiste en dar un ingreso monetario a las familias en situación de pobreza con hijos menores de 19 años, y embarazadas que no perciban subsidios por desocupación ni por asignaciones familiares, en calidad de subsidio no reembolsable. La madre es la depositaria y titular del subsidio (es evidente que aquí se apela al rol de madre-cuidadora, conducta que se apoya en cualidades asignadas socialmente a las mujeres). El monto es de $100,- mensuales para el primer hijo y $ 25,- para cada uno de los restantes hasta un máximo de cinco y de $200,- por familia. (http://www.mujeresaloeste.org/)

martes, 4 de marzo de 2008

Teorías Feministas

Marcela Flores Iga

En este escrito se pretende revisar y explicar de manera breve y concreta algunas de las teorías feministas y su relación con la literatura, en específico, con la literatura escrita por mujeres.
Primero que nada, la relación que existe entre literatura y feminismo se entiende a partir de la idea de Freud que establece que todo ser humano se compone esencialmente de sexo y lenguaje. A partir de esto, la mujer y el hombre se diferencian entre sí a través de una serie de determinaciones que acaban por colocarlos en una relación de oposición en la dicotomía masculino-femenino.
Iris Zavala, siguiendo las propuestas de Lacan, en su artículo "Reflexiones sobre el feminismo del milenio" establece que "cada sujeto se ubica a un lado o a otro de la oposición a través de su palabra. El sexo no se corresponde con lo biológico sino con una posición discursiva; el proceso de sexuación no proviene de la biología ni de la cultura, sino de la lógica del lenguaje."
La literatura escrita por mujeres pretende una apropiación del lenguaje a través de la escritura, en la búsqueda de una identidad propia que no esté en función del orden masculino. Según Lucía Guerra Cunningham, la literatura femenina es "el proceso interior de la adquisición de una identidad". Esta autora en su texto "Silencios, disidencias y claudicaciones: los problemas teóricos de la nueva crítica feminista", establece que la escritura de la mujer se adentra y se asimila a un espacio intertextual predominantemente masculino, así, ubica los "elementos de una visión del mundo subordinada a través de márgenes, vacíos, silencios, inversiones y mímicas con un valor subversivo" y también renovador.
Para comprender mejor lo anterior, es fundamental definir y diferenciar los conceptos de feminismo y femenino, los cuales se encuentran en estrecha relación para la construcción de la teoría feminista.
Tomando las ideas que Toril Moi establece en su artículo "Feminist, Female, Femenine" sobre está diferenciación, es posible definir que el feminismo es esencialmente una posición política, mientras que lo femenino hace referencia al conjunto de normas y convenciones que le han sido impuestas a la mujer, las cuales pretenden enseñarle lo que su sexualidad significa y cómo debe comportarse dentro de ella.
Ahora bien, el feminismo adquirió su nombre como posición política a finales de los sesenta. A lo largo del tiempo, ha tomado diferentes matices que propugnan desde el categórico rechazo a lo masculino, la búsqueda de igualdad entre los sexos, hasta una nueva significación, no sólo de lo femenino sino también de lo masculino, en donde ambos conceptos no se encuentren opuestos en una dicotomía. Esta resignificación es la que interesa a la teoría feminista, ya que pretende lograr un cambio político y cultural mediante las implicaciones de esta nueva relación.
Por otro lado, como ya se ha mencionado, lo femenino se refiere a todos los patrones que le han sido impuestos a la mujer por normas o convenciones culturales y sociales. A la mujer se le ha enseñado que tiene que ser discreta, dulce, frágil, etc. A partir de esta imposición, surge el concepto o la idea de la opresión patriarcal (o masculina). Esta opresión, según Toril Moi, "consiste en imponer estándares sociales de femineidad en una mujer, con el preciso propósito de hacerle creer que estos estándares seleccionados son los naturales. De modo que, una mujer que se niega a asimilar esto se convierte en no-femenina y, por ende, no-natural. (anormal)"
De esta manera, los conceptos de feminismo y femenino están en estrecha relación, ya que el feminismo, como posición política, busca liberarse de la imposición patriarcal de lo femenino, así como de la posición sexista que implica definir a la mujer en una dicotomía como la ausencia o lo contrario de lo masculino. Esta dicotomía, a lo largo del tiempo, se ha convertido en una relación de oposición en donde lo masculino-femenino implica una correspondencia directa con los conceptos de positivo-negativo, opresor-oprimido, superior-inferioir, fortaleza-debilidad, etc.
Es así, en búsqueda de la ya mencionada liberación, que el feminismo encuentra su desarrollo en la literatura. Para destruir la concepción patriarcal y sexista a la que ha sido sometida, la mujer pretende apropiarse del discurso tradicionalmente masculino (desde la perspectiva feminista, la literatura es considerada como un patrimonio masculino), para convertirlo en uno propio, que logre definirla a partir de ella misma.
Para Toril Moi, esta apropiación del discurso se entiende en el sentido de una transformación. Sin duda, la teoría feminista debe cuidarse de no caer en lo mismo que critica y que pretende anular; el feminismo tiene que ser "pluralista" y aceptar que todas las ideas están influidas de mayor o menor grado por el pensamiento patriarcal.
La idea anterior la encontramos en Hèléne Cixous, que en su artículo "The laugh of Medusa" retoma o se apropia de la teoría de la deconstrucción del filósofo francés Jacques Derrida, con la intención de anular la tradicional oposición masculino-femenino que corresponde al pensamiento patriarcal para llegar a una nueva significación de ambos a partir de su diferencia.
Cixous en su texto considera que la escritura es el medio por el cual la mujer tiene la posibilidad de apropiarse de aquello que le ha sido anulado por las imposiciones patriarcales: su identidad y, con ella, su cuerpo; deconstruyendo (según el concepto de Derrida) la oposición masculino-femenino en donde se encuentra en desventaja, la mujer podrá reconocerse, recuperarse y redefinirse a sí misma a través de su escritura; para esta autora, la mujer debe escribirse, más bien, reescribirse para encontrar una identidad que esté definida por lo que ella es y no a partir de lo que el pensamiento masculino establece que ella debe ser. Escribiendo se rompe el silencio, se rebasa la marginalidad y la represión a las que las mujeres han sido sometidas en mayor o menor grado.
Al igual que Moi, Cixous establece que para deconstruir la oposición binaria de lo masculino y femenino es necesario considerarla como una relación heterogénea que no encapsule a ambos términos en una diferencia exclusiva que implique oposición y que termine por caer en el juego patriarcal del opresor y el oprimido, sino que logre encontrar una nueva significación para cada uno a partir de sí mismo.
Sobre esta idea Lacan afirma que: "no es el poder de nombrar lo que confiere la libertad que deriva del discurso del dominio, sino la habilidad de escapar al poder de los significados impuestos por el otro."
Por otro lado, Julia Kristeva en su escrito "Women´s Time" establece que la mujer como ser marginado puede concebirse en los límites que el orden patriarcal establece, es decir, como la frontera divisoria entre el hombre y el caos, en donde la mujer tiene contacto también con ese caos. Kristeva afirma que las mujeres como límite nunca pertenecen ni fuera ni dentro de la misma frontera que ellas mismas delimitan (según el orden patriarcal), por lo que su identidad nunca está definida.
Sin embargo, Kristeva hace referencia a lo femenino como todo aquello que se encuentra marginado por el orden patriarcal; entonces, la resignificación de lo femenino puede corresponder tanto al hombre o a la mujer, ya que implica llevar a cabo un proceso de descentralización del pensamiento patriarcal o falocéntrico con respecto a la posición de ambos en la dicotomía masculino-femenino, con el propósito de encontrar una identidad que le sea propia a cada uno.
De manera general, la teoría feminista ha creado una evolución en el pensamiento actual, no sólo dentro de la literatura sino también dentro de otras disciplinas, lo que ha causado un cambio de gran valor en la concepción de la mujer y del hombre así como de su mutua relación, para llegar a nuevas significaciones que los sitúen como iguales fuera de cualquier subordinación, pero sin dejar de enfatizar las diferencias entre ambos que dan a cada uno un valor único.
Para lograr una nueva relación entre lo masculino y lo femenino, como lo pretende la teoría femenina al eliminar el pensamiento patriarcal y la posición sexista y subordinadora, es necesario llegar a un nuevo reconocimiento de ambos a través del discurso, de la reescritura de los discursos tradicionales. La escritura femenina se ha convertido en el instrumento de liberación y redefinición de la relación entre ambos sexos y de la identidad de cada uno.
Retomando una idea que Virginia Woolf establece en "Un cuarto propio", se puede concluir que "el estado normal y placentero es cuando están en armonía los dos (hombre y mujer), colaborando espiritualmente. Hasta en un hombre, la parte femenina del cerebro debe ejercer influencia; y tampoco la mujer debe rehuir contacto con el hombre que hay en ella. Esa tal vez fue la intención de Coleridge cuando dijo que una gran inteligencia es andrógina"

Fuentes
Woolf, Virginia. Un cuarto propio. Colofón: México, 1998.
Derrida, Jaques. La escritura y la diferencia. Anthropos: España, 1989.
Guerra Cunningham, Lucía."Silencios, disidencias y claudicaciones: los problemas teóricos de la nueva crítica feminista". En A. López, comp. El discurso femenino actual. Universidad de Puerto Rico: San Juan, 1995. pp. 21-32.
Cixous, Hèléne. "The laugh of Medusa". En Adams, Hazard y Leroy Searle Tallahassee. Critical theory since 1965. Miami: Florida State University Press, 1986. pp. 308-320.
Kristeva, Julia. "Women’s time". En Adams, Hazard y Leroy Searle Tallahassee. Critical theory since 1965. Miami: Florida State University Press, 1986. pp. 470-484.
Moi, Toril. "Feminist, Female, Feminine". En C. Belsey y J. Moore, ed. The Feminist Reader. Essays in Gender and and the Politics of Literary Criticism. Blackwell Pub: 1988. pp. 117-132.
Zavala, Iris. "Reflexiones sobre el feminismo del milenio". Quimera. Marzo 1999. No. 178.

Anorexia y Bulimia, ¿síntomas o enfermedades?

Entre Sissie Emperatriz y Barbie Anorexia y Bulimia, ¿síntomas o enfermedades?
Isabel Monzon
Hace muchos años, en una institución especializada en nutrición, el médico que la presidía y quien era, además, su fundador, recomendaba a sus pacientes el ayuno y la internación. Caldos y un postre sin calorías era toda la alimentación. Ese médico (de cuyo nombre prefiero no acordarme) pero al que veo nombrado cada vez que abro mi casilla de correos de Hotmail atendía en su mayoría a mujeres y las hacía ayunar. Pero aclaro, no recetaba anfetaminas. En la actualidad ya no hace dietas de esa clase, les recomienda a sus pacientes dietas de bajas calorías y hasta vende productos con su marca-nombre.
Por entonces no se decían las palabras bulimia y anorexia aunque se conocía desde la época de Freud algún diagnóstico de anorexia nerviosa, que era pasajera. La encontramos entre sus Historiales sobre la histeria. Actualmente son muy conocidos centros especializados en anorexia y bulimia. Las pacientes, que en su mayoría son jóvenes y adolescentes, tienen que ir todos los días para que se las controle. Tampoco quiero acordarme del nombre de algunos de esos centros. Nefastos, tal vez sea esa la palabra que los califique.
Ella no quiso contarlo
Tenía tan solo 8 años cuando sucedió el abuso. El abusador era un hombre que trabajaba en el country en el cual sus padres tenían una casa. Pero ella no quiso contarlo porque él la amenazó con matar a su padre. Al llegar a la adolescencia comenzaron sus síntomas. No quería comer, comía poco, hacía muchos ejercicios y a veces, luego de algún atracón, vomitaba. Eran los tiempos en que estaba de novia y que el novio insistía en tener relaciones sexuales. Ella no quería pero se sintió presionada. Y esa primera relación fue vivenciada como una violación. Vaginismo, con ese síntoma ponía límite a una sexualidad que la forzaba. Pero dolía y mucho, como una violación.
Cuando me consultó tenía 20 años. Una joven particularmente bonita que volvía a sentirse abusada por la mirada de los hombres que no apreciaban su belleza sino que, como diría Rita Laura Segato, se trata de la “male gaze” o mirada fija “que es imperativa y captura a su presa”. Es una “mirada rapaz”. Una forma de la violación muy habitualmente sufrida por las mujeres. En alguna ocasión supervisé a esta paciente en un grupo de una institución de la cual yo formaba parte. Una de mis colegas opinó que esa joven era provocativa. ¿Provocativa? Abusada le respondí. ¿Acaso nunca nadie te miró así? Es que mi colega no entendía que ella está inserta en una sociedad patriarcal que nos programa para repetir ese discurso y criar así a nuestros hijos e hijas. A ver desde esa mirada a nuestros pacientes, provocando una forma especial de iatrogenia. Ella no quería volar
Pero era azafata y aunque comenzó a sufrir de claustrofobia, ella debía volar. A los padres de las azafatas se les hacían –por lo menos hace algunos años- descuentos importantes para sus viajes aéreos. Y la madre quería viajar. Quería volar. Me consultó por esa claustrofobia pero al tiempo de comenzado el tratamiento me contó que había dejado de menstruar. La derivé a un endocrinólogo de mi confianza y él hizo el diagnóstico: anorexia. De esto hace varios años. Pero aprendí y poco a poco mi paciente empezó a comer de manera normal. Aprendí de ese médico sensato y nada oportunista llamado Isaac Sinay pero también de Mónica Katz. Según ella “la Argentina compartió con el resto del mundo la epidemia de trastornos alimentarios, no de obesidad, que ocurrió en la década del ’80. Ahora, está bastante estabilizada. En Argentina, del 3% al 8% de la población tiene bulimia nerviosa y menos del 1%, anorexia nerviosa. En el caso de la bulimia, la relación mujer-hombre es 20-1. Los trastornos alimentarios más importantes son la bulimia nerviosa y la anorexia nerviosa.” Katz se refiere a un síntoma, no a una enfermedad, tal como lo hacía Freud en 1895. Y agrega: “Hay tres ingredientes necesarios para que alguien haga un trastorno alimentario. Primero, vivir en Occidente, una sociedad marcada por la imagen, por lo que muestro, no por lo que soy. Segundo, tener una predisposición psicológica o biológica a hacerlo. Tercero, un clima familiar especial.” “La bulimia nerviosa puede curarse totalmente. El concepto de curación, para mí, es haber dejado el síntoma (no vomitar, en el caso de la bulimia nerviosa), tener un proyecto de vida y ser feliz. La anorexia nerviosa verdadera deja deterioro de pensamiento (hay pérdida de masa encefálica), obsesiones, vidas cortadas, problemas de socialización. Una persona que no come se come a sí misma. La curación total de la anorexia nerviosa es complicada.” Pero posible… En una conversación que tuve el privilegio de tener con la doctora Katz, a mi pregunta de si ella había escuchado entre sus pacientes relatos sobre traumas de abuso sexual sufridos en la infancia, Katz me contestó categóricamente que si. Y que predominaba el abuso hacia mujeres. Igual que el doctor Sinay, Katz no prescribe ayunos sino dietas adecuadas para paciente en particular Ella no quiere usar malla Ha padecido de anorexia y bulimia pero ahora parece que come normalmente, no tiene atracones y no vomita. Es una joven de 27 años, bonita e inteligente. Muy enamorada del joven de 34 con quien recientemente se ha casado. Pero evita usar malla. Es que la madre le ha dicho que tiene un agujero en el estómago, no de úlcera, sino un agujero visible en su cuerpo. Entonces, la joven no usa malla. Es una frase extraña la de la madre esta joven. Una frase que nos lleva a pensar que el espejo en el que se mira la hija desvirtúa su imagen. Y que ese espejo debe estar opacado desde hace años. Tal vez desde la infancia.
Ella fue abusada por su hermano Ese es el motivo de consulta. Como es habitual en estos casos, no le resulta fácil hablar del tema. Tiene 26 años. Está en pareja con una joven de su edad quien la incita a consultar conmigo. Fue abusada a los 8 años por su hermano de 14. Cuando se lo contó a su madre a esa edad le dijo que el hermano “le había tocado la cola”. Y la madre respondió desestimando el abuso. “Tu hermano está probando, son cosas de la edad”. Lo volvió a contar hace dos años en medio de una pelea con su hermano abusador y delante de toda su familia. Sus padres no le creyeron. Y el abusador negó el hecho, Eso es lo que más la angustia. La no creencia de sus padres. Además tiene un vago recuerdo de un extraño acercamiento de su padre cuando ella estaba dormida. Hace poco, en una sesión reciente se me ocurrió preguntarle si alguna vez había sufrido de anorexia o de bulimia .Para mi sorpresa, dijo que si, que eso sucedió cuando tenía 15 años pero que había llegado a poder controlar sus atracones y vómitos. No así su hermana que también sufría de esos síntomas en la misma época. Esto nos llevo a pensar que tal vez su hermana también haya sufrido algún abuso sexual, pero ella no lo recuerda. Estos son tan sólo algunos de los testimonios que dan prueba que el abuso sexual sufrido en la infancia puede manifestarse con síntomas de anorexia y/o bulimia. Y que la poderosa industria de la ropa promueve-con sus talles pequeños- que las niñas y las jóvenes – padezcan de esos síntomas.
Barbie y la anorexia Un estudio británico asegura que jugar con muñecas Barbie puede ocasionar trastornos alimenticios en las niñas, debido al ideal de belleza que proponen, según se ha publicado en el dominical “Sunday Times”. En sus conclusiones, el estudio señala que estas muñecas rubias de cintura estrecha han extendido un ideal de belleza que ya persiguen a las niñas en edades comprendidas entre los cinco y ocho años. “Estas figuras ultra delgadas provocan que las niñas ya no estén tan satisfechas con su propio cuerpo”, señala el estudio de la Universidad de Sussex. Para el trabajo, los investigadores -bajo la dirección de la psicóloga Helga Dittmar- mostraron a cerca de 200 niñas entre los cinco y ocho años imágenes de distintas muñecas, entre las que figuraba también Barbie y una muñeca de proporciones normales. A continuación se preguntó a las niñas si se sienten satisfechas con su propio cuerpo. Entre las niñas del “grupo Barbie” la insatisfacción era notablemente superior. Un portavoz de Mattel, el fabricante de Barbie, dijo respecto al estudio: “Barbie no está fabricada según un modelo humano. Barbie permite a las niñas soñar que pueden ser todo lo que ellas quieran cuando sean mayores”. En Internet a través de Goggle se pueden encontrar 31.000 páginas en español sobre Barbie y la anorexia. Prueba fehaciente que con la fabricación de esa muñeca se promueve la anorexia. Algunos padres se niegan a comprarles a sus hijas esa muñeca pero la publicidad es más fuerte e insiste con distintas variedades de Barbie y de su ropa. . Hace años, las muñecas y muñecos con los cuales se jugaba eran bebas y bebotas y las nenas jugaban a la mamá, cambiándoles los pañales y dándoles mamaderas. Más tarde aparecieron los muñecos con sexo, pero seguían siendo bebés. En una nota aparecida en Página 12 el 1 de Agosto de 2003, su autora Victoria Lescano se refiere a las “muñecas, de antes y de ahora” Dice en esa muy rica nota que una anécdota asegura que la diva infantil Shirley Temple recibió de regalo una Marilú, la muñeca favorita de las niñas de clase media y alta argentina. La nota de Lescano me hace recordar que Marilú era vendida –junto a su hermano- en la casa para ropas de niñas Marilú Bracance. Marilú era flaca pero su hermano, era un bebote de goma al que se le podía dar la mamadera mientras por un orificio hacía pis. Era el encanto de las nenas que jugábamos a la mamá. Delgadez extrema El diario Clarín, en su editorial del jueves 22 de febrero de 2007 se refiere a “Los peligros de la delgadez extrema” Cito: “La delgadez extrema, convertida en ideal estético, está produciendo efectos devastadores entre chicos y adolescentes, en especial mujeres pero también entre los varones. La lucha por obtener un cuerpo radicalmente delgado se apodera obsesivamente de los jóvenes y va desmoronando sus cuerpos. Sin lucidez para revertir el proceso, y con un debilitamiento orgánico sostenido, es necesaria la ayuda adecuada para evitar que estos padecimientos les destruya de un modo irreversible la salud y el futuro”. Internet contiene numerosos sitios de promoción de conductas alimentarías que conducen a la anorexia o a la bulimia. También abundan las apologías de estos trastornos que contagian y destruyen a cada vez más adolescentes. En España, una ONG lleva adelante una Campaña Contra la Anorexia y la Bulimia en Internet, con la cual logró cerrar cientos de páginas. En nuestro medio es manifiesta la desprotección en la que se encuentra la infancia frente a la promoción de los modelos de delgadez y de los trastornos alimentarios. Las instituciones y la escuela deben intervenir, ayudando a que los padres prevengan y esclareciendo a los chicos, para torcerles el brazo a estos flagelos que trastornan severamente a los adolescentes y que hacen que pierdan el presente y el futuro.” Muerte en las pasaleras Ella tenía 18 años. Se llamaba Eliana Ramos y era uruguaya. Fue encontrada muerta en su casa de Montevideo en febrero de este año, sin signos de violencia en su cuerpo Los investigadores del caso coincidieron en afirmar que el cuerpo de la chica mostraba evidentes signos de delgadez extrema, claras señales de una alimentación deficitaria. Unos meses antes había muerto su hermana Luisel Ramos, una joven de 22 años que en agosto de 2006 cayó muerta cuando desfilaba en la pasarela de un hotel uruguayo. Fue víctima de un paro cardíaco fulminante. Las dos eran las únicas hijas de un matrimonio uruguayo. Trabajaban como modelos para el empresario argentino Pancho Dotto. Con absoluto cinismo declaró que era "evidente" que las muertes de las hermanas Ramos "se deben a un problema genético, y no de alimentación". Freud sabía de anorexias nerviosas La primera vez que se refiere a este síntoma es en “Un caso de curación hipnótica y algunas observaciones sobre la génesis de síntomas histéricos por «voluntad contraria” 1892-1893. Esa dama sin nombre fue atendida por Freud porque no podía dar de mamar a su hijo recién nacido. Por otro lado, le era imposible alimentarse. Sufría de anorexia nerviosa. En sus Historiales sobre la histeria también se refiere a este síntoma al escribir sobre su paciente la Señora Emmy Von N, de cuarenta años. No puedo referirme en este breve texto a ambos casos tratados por Freud, pero sugiero a los lectores que lo hagan. No sin pensar en el tan esclarecedor libro de Emilce Dio Bleichmar El feminismo espontáneo de la histeria. Texto que nos ayuda a pensar el nexo entre la histeria y la mujer forzada por esta sociedad patriarcal a tener que recurrir a síntomas para rebelarse contra mandatos y dogmas que la dañan. "Sissi Emperatriz"
La maravillosa historia, parecida a un cuento de hadas, fue acuñada en nuestras mentes a golpe de bellas escenas protagonizadas por la angelical Romy Schneider. Todo parecía de ensueño, algunas mujeres admiraban y emulaban al personaje y su mundo. Pero pocas personas conocen las verdaderas vivencias que marcaron su trágica existencia. Esta es una historia de suntuosidad y decadencia, de palacios de cuento que se derrumban, de desequilibrios y fatalidades. Sissi fue una de las primeras mujeres en padecer una de las enfermedades que hasta hace poco creíamos de nuestro tiempo: La Anorexia. La de su protagonista Romy Schneider, tampoco fue una historia feliz. Pero esta historia queda para otro texto.

"Muchos creen que la violencia es base de la masculinidad"

ENTREVISTA A LAURA SEGATO, ANTROPOLOGA

En los vínculos humanos persisten aún modelos en los que prima la asimetría, la estructura patriarcal e incluso la presunción de que se es varón sólo si se puede mostrar un poder abusivo sobre la mujer.

Claudio Martyniuk. cmartyniuk@clarin.com

En el mundo ha avanzado en cuanto a derechos humanos, pero se verifican también día a día innumerables actos de discriminación. Respecto concretamente de la relación entre hombres y mujeres, ¿hay alguna sociedad que trate exactamente igual a unas y a otros? —Las relaciones de género conforman la estructura histórica más lenta. Cambiarla, cambiar la visión jerárquica que tenemos sobre las relaciones sociales —cuya primera experiencia es la familia—, lleva un tiempo más largo que todas las otras costumbres juntas. Yo veo a la familia como una institución eminentemente jerárquica, en la que entramos y aprendemos cómo es la escena social. A pesar de las diferencias de las organizaciones familiares tanto entre culturas como dentro de nuestra propia sociedad, ese elemento jerárquico, patriarcal, es universal, con variaciones en su manera de realizarse. Eso instala una visión, una estructura simbólica y una forma de organizar la realidad que es jerárquica.
¿Pero no cree que ha habido cambios en esa estructura tan jerárquica como usted la juzga?
—No creo que sean cambios sustantivos. Existen, sin duda, muchas infracciones a ese canon familiar patriarcal. Cada familia particular y cada sujeto particular introducen sus variaciones, sus matices, y pueden vivir la familia de otra forma, subvertirla. Pero esas infracciones o subversiones personales o de grupos todavía no han alcanzado a transformar esas representaciones fuertes que tenemos de lo que es un hombre, una mujer, un cuerpo de mujer y de hombre, y lo que ambos significan como signo.
¿Qué efectos trae para las mujeres este dispositivo jerárquico?
—Pasan a integrar lo que podemos llamar "economías simbólicas": economías de relacionamiento, de valor y de intercambio donde las mujeres entran como algo violable, violentable, casi como si ese rango proviniera de un mandato. Se es hombre en la medida en que se puede extraer un tributo del cuerpo femenino, de ese signo femenino que es el cuerpo. No estoy negando la afectividad elaborada, discutida y reflexiva, que lleva al hombre a comprender que una cosa es una relación afectiva y otra cosa es la extracción. Obviamente, hay infinidad de casos en que la mujer no es un objeto del cual se extrae ese tributo que convierte al hombre en señor. Pero sabemos también (y lo leemos todos los días) en cuantos casos la mujer es un objeto sobre el que se ejerce violencia y poder abusivo.
¿La masculinidad suele constituirse entonces a través del ejercicio de la violencia sobre las mujeres?
—La violencia no necesita ser una violencia física o una violación, pero siempre implica una extracción de tributo. Muchos hombres creen que no son tales si no consiguen esa donación femenina hacia él. A veces uno lo olvida porque está como "naturalizado". Hay una presión social que no se origina en el sujeto mismo, sino que funciona como consenso: ser sujeto masculino, de cierto grupo o blanco —depende del país donde estemos— implica proceder de cierta manera. El poder maltratar a alguien, el presentarse como sujeto de poder es parte de un círculo que se reproduce en las sociedades. Hay sociedades construidas sobre verdaderos circuitos de violencia, que se mantienen y reproducen mediante la posibilidad de que siempre haya maltratados (sobre todo, maltratadas) y maltratadores.
¿La violencia sobre las mujeres es una violencia como las demás o tiene rasgos propios?
—Tiene rasgos propios. Para muchos hombres, es un paisaje habitual de la construcción de la masculinidad. Pensemos en el caso extremo de las violaciones. Siempre se las consideraba como productos de individuos locos, que un día salen a la calle y violan. Pero luego de muchas investigaciones, se vio que más de la mitad de las violaciones eran hechos grupales, muy característicos de los adolescentes, que tienen que pasar por esa "iniciación" para ser parte de un grupo de amigos, de una banda, de una patota. ¿Qué pasa, por otra parte, con los hombres que sienten que el primer gesto de poderío es la exhibición de mujeres? El acceso a la mujer se muestra como si fuera el signo de lo que se tiene en el campo de lo político, de lo económico, lo intelectual.
¿Cómo romper con esa lógica de la violencia?
—Con mucha conciencia. El sujeto que está en el lugar del maltratador debe poder extirpar el chip implantado que trae y desautomatizar el mandato de ejercer poder sobre el otro. El trabajo de desimplantar es muy arduo. Sobre todo, hay que vislumbrar otros placeres y desear algo que se encuentra fuera de esa "economía simbólica" de la que hablábamos.
Es como exigir nadar en contra de la corriente.
—Quizá no sea tanto. Son muy grandes los placeres de la igualdad, de estar juntos, de compartir sin diferenciación, de bajarse cuando se está arriba y de subirse cuando no, y de que lo ayuden a subir cuando se está por abajo, produciendo un mundo de iguales.
Me resulta difícil detectar un ejemplo de sociedad construida tan claramente sobre un circuito de violencia.
—No es tan difícil. Piense en Ciudad Juárez. Es la frontera norte de México, en el centro del territorio y es una frontera extremadamente violenta. Estados Unidos está protegido por un desierto enorme, ganado a México, que no se puede cruzar a pie, pero la gente intenta cruzarlo cada día, atravesando a pie ese desierto. Sabemos que muchos mueren en la travesía. Es una frontera donde suceden muchas muertes de mujeres, coincidiendo con la formación del NAFTA. Es una coincidencia significativa.
¿Por qué?
—Asocie frontera, NAFTA, maquiladoras, tráfico ilegal de todo tipo de cosas —no sólo de drogas— y muertes misteriosas de mujeres. Es la gran frontera del tráfico ilegal, en especial de capitales sueltos. Uno de los grandes enemigos de la humanidad son esos capitales sueltos, no declarados. Muchas muertes consumen esas ganancias que circulan sin declaración; muchos pactos mafiosos se sellan a causa de ellos. Mi tesis es que en México se sellan con muertes de mujeres. Algunas hipótesis hablan de esas muertes como instrumentales: serían pa ra pornografía, para ciber pornografía, para donación de órganos... Todo eso implica un beneficio económico directo de esos cuerpos de mujeres. Pero yo creo que los móviles van más allá. Hay prostitución en esa región, pero las muertes son de otro tipo. Cuando un delito dura mucho tiempo impune, es indudable que hay un gran poder por detrás que lo protege. ¿Quién duda de que detrás de los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez hay alguna asociación de poderes políticos y económicos? A punto tal de que incluso "se exportan".
¿A qué se refiere?
—A que en todo 2005 aumentaron significativamente los crímenes de mujeres en Guatemala; muchos de ellos fueron el final de un secuestro. En esos cuerpos se inflinge mucho más dolor del que sería necesario para matar a alguien, o para violarlo, o para extraer de ese cuerpo un placer sexual. Eso es lo que para mí es muy revelador. Si un grupo secuestra y viola masivamente a una mujer, es un crimen sexual. Pero en estos crímenes —nunca de manera muy clara, porque en los peritajes se desdibujan las evidencias—, hay mucha más violencia y se provoca más sufrimiento de lo que sería necesario para obtener un servicio sexual o para matar a alguien. Eso es lo que es muy significativo y específico de Ciudad Juárez, y ahora también de Guatemala. Pero fíjese como el crecimiento es exponencial: en Ciudad Juárez se habla de entre trescientas y cuatrocientas muertes en una década; en Guatemala hubo más de quinientas muertes de ese tipo en 2005.
¿Qué puede hacer el derecho ante estos crímenes?
—Ha habido visitas de Amnesty International, de la ONU, de una comisión de la CEDAW (que es la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer) y en todos los informes hay recomendaciones para el Estado mexicano, que dice cumplirlas. Pero todas las semanas muere una mujer. La lucha que tienen pendiente las mujeres es transformar ese delito elevándolo al rango de crimen de lesa humanidad para que pueda ir al Tribunal Penal Internacional.

domingo, 2 de marzo de 2008

Los mil falos de Mapplethorpe

KOBENA MERCER

Los mil falos de Mapplethorpe

Referir las fotos de desnudos de hombres negros tomadas por Robert Mapplethorpe significa hablar de un texto cultural que dice algo sobre ciertos modos en que los blancos "miran" a los negros y cómo, en esta forma de mirar, la sexualidad del hombre negro se percibe como algo diferente, excesivo, lo otro.* Obviamente esta obra en particular debe ser considerada dentro del contexto de la fotografía de Mapplethorpe en su conjunto. Mapplethorpe se hizo famoso en el mundo de la fotografía artística con retratos de benefactores y protagonistas del medio vanguardista neoyorkino de los setenta, posterior a Warhol. Él también se ha vuelto una especie de "estrella", pues los periodistas, los críticos, los curadores y los coleccionistas han ayudado a tejer una mística de transgresión alrededor de su persona pública, creando un retrato del artista como autor de "impresiones de oscuridad".

Al ir extendiendo su repertorio a través de flores, cuerpos y caras, el conservadurismo de la estética de Mapplethorpe se volvió evidente: una reelaboración de la antigua táctica modernista de "escandalizar a los burgueses" (y hacerlos pagar), que recibe una nueva aura gracias a su marca característica, la búsqueda de la perfección en la técnica fotográfica. La cualidad vagamente transgresora de sus temas (el ritual sadomasoquista homosexual, las mujeres fisicoculturistas, los hombres negros) se vuelve más atractiva gracias a su evidente dominio de la tecnica fotográfica. Sin embargo, si no consideramos al autor como origen o garantía de los significados producidos en el texto, sino como, tal y como sostiene Michel Foucault en "¿Qué es un autor?", una "proyección, en términos más o menos psicológicos, de nuestra manera de manejar los textos", entonces lo más interesante de obras como Black Males y The Black Book es la forma en que el texto facilita la proyección imaginaria de ciertas fantasías raciales y sexuales acerca de la "diferencia" del cuerpo del negro. Cualesquiera que sean sus motivaciones subjetivas o su coartada de creación, la ambigua imaginación de Mapplethorpe abre una ventana hacia la estructura fetichista de las representaciones estereotípicas de la masculinidad negra, que circulan por toda una gama de superficies cotidianas, desde los diarios, el cine y la televisión hasta la publicidad, los deportes y la pornografía.

Lo primero que se nota en The Black Book (tan obviamente que no hace falta decirlo) es que todos los hombres están desnudos. A través de sus diferentes puntos de observación, tomas y encuadres, la mirada de la cámara está dirigida a un punto de fuga que organiza la objetivación erótica y estética de los cuerpos masculinos negros particulares para darles la forma idea-lizada de un "tipo" homogéneo. Recorremos secuencias de hombres afroamericanos que tienen nombres propios (jóvenes sin excepción, saludables, de piel oscura), pero "vemos" sólo su sexo como la suma esencial de los significados que se dan alrededor de los atributos de negritud y masculinidad. Es como si, de acuerdo con la línea visual de Mapplethorpe.

Negro + Masculino = Objeto Estético/Erótico. Sin importar la preferencia sexual del espectador, el resultado connotativo del texto satura completamente el cuerpo masculino negro con predicados sexuales. Mientras que las fotografías de parejas de hombres homosexuales sadomasoquistas evocan una sexualidad subcultural que consiste en "hacer" algo, los hombres negros se encuentran confinados y definidos en su "ser" como sexuales y nada más que eso, y por lo tanto hipersexuales. En Hombre en traje de poliéster, aparte de las manos, es el pene y sólo el pene lo que identifica al modelo de la fotografía como un negro.





Hombre en traje de poliéster

Esta reducción ontológica se logra por medio de los códigos visuales específicos que intervienen en la construcción del espacio fotográfico. Esculpida y formada por medio de las convenciones artísticas del desnudo, la imagen del cuerpo masculino negro presenta al espectador una fuente de placer erótico en el acto de mirar. Como código genérico establecido en todas las tradiciones de las bellas artes de Occidente, el sujeto convencional del desnudo es el cuerpo femenino (blanco). Al sustituirlo por el sujeto masculino negro socialmente "inferior", Mapplethorpe utiliza no obstante algunos de sus códigos genéricos y sus convenciones para enmarcar la objetivación de cuerpos masculinos negros en bellas "cosas" abstractas. En Mapplethorpe toda referencia a un contexto social, histórico, cultural y político queda fuera del cuadro de sus fotografías y esta codificación visual vuelve abstracto y esencial al cuerpo masculino negro dentro del campo de un ideal estético trascendental. En este sentido, la idealización erótica y estética tiene un efecto tan totalizador, que la imagen-texto revela más sobre los deseos del sujeto masculino blanco que está detrás de la cámara, oculto e invisible, que sobre los hombres negros anónimos cuyos hermosos cuerpos vemos representados.

Dentro de la tradición dominante del desnudo femenino, las relaciones patriarcales de poder se simbolizan por medio de la relación binaria en la que, generalmente, los hombres asumen el papel activo del sujeto que mira, mientras que las mujeres son objetos pasivos que son mirad@s. La contribución fundamental de Laura Mulvey ("Visual Pleasure and Narrative Cinema", Screen 16, otoño 1975) a la teoría fílmica feminista reveló el poder y los privilegios normativos de la "mirada masculina" en los sistemas dominantes de representación. Así, la construcción visual del desnudo femenino se puede entender, más que como una representación del deseo (hetero)sexual, como una forma de objetivación que articula la hegemonía y la dominación masculina en cuanto al aparato mismo de la representación. La imagen abunda en escenas egocéntricas de fantasías falocéntricas en que los artistas hombres se pintan a sí mismos pintando a una mujer desnuda, escenas que, como las representaciones del narcisismo femenino, construyen una imagen-espejo de lo que el sujeto masculino quiere ver. Así, la lógica fetichista de la representación mimética, que hace presente para el sujeto lo que está ausente en lo real, se puede caracterizar como una fantasía masculina de dominación y como el control de los "objetos" representados y pintados en el campo visual: la fantasía de un ojo/yo omnipotente que ve pero nunca es visto.

En el caso de Mapplethorpe, sin embargo, el hecho de que tanto el sujeto como el objeto de la mirada son masculinos propone una tensión entre la función activa de mirar y la función pasiva de ser mirado. Este estremecimiento de igualdad (homo)sexual transfiere la inversión erótica en la fantasía de dominación de la diferencia de género a la racial, y las huellas de esa transferencia metafórica subrayan la inversión libidinal altamente cargada en el elemento más visible que significa "diferencia" racial: la fetichización de la piel negra. En su análisis del pinup masculino ("Don’t Look Now the Male Pin-up", Screen 16, otoño 1982), Richard Dyer sugiere que cuando los sujetos masculinos asumen la posición pasiva, "feminizada", de ser mirados, el riesgo o la amenaza para las definiciones tradicionales de la masculinidad se ve contrarrestado por el papel de ciertos códigos y convenciones, tales como una postura corporal tensa, rígida o forzada los tipos caracterológicos; y los argumentos narrativizados –todos los cuales están dirigidos a estabilizar la dicotomía de ver/ser visto–. Aquí Robert Mapplethorpe se apropia de estereotipos raciales comunes para regular, organizar, apuntalar y fijar el proceso de objetivación estética/erótica en que la carne del hombre negro se carga con la tarea de significar las fantasías de transgresión y los deseos del sujeto gay masculino blanco. Así, el brillo relumbrante, sedoso, fetichi-zado de la piel negra sirve y se pone al servicio del deseo del hombre blanco de mirar y disfrutar la fantasía de dominación precisamente mediante la intensidad visual que exigen las imágenes.

Homi Bhabha ha sugerido que "un rasgo importante del discurso colonial es que depende del concepto de ‘fijeza’ en la construcción ideológica de la otredad" ("The Other Question: The Stereotype and Colonial Discourse", Screen 24, invierno 1983). Los estereotipos de los hombres negros difundidos por los medios masivos (como criminales, atletas, artistas) reinscriben la lógica de esa fantasía colonial, permitiendo que los sujetos masculinos negros sólo se vuelvan públicamente visibles a través de una rejilla de representaciones rígida y limitada, que reproduce por lo tanto ciertas ideas fijas, ficciones ideológicas y fijaciones psíquicas referentes a la "diferencia" personificada por la masculinidad negra. Como artista, Mapplethorpe fabrica una fantasía de autoridad "absoluta" sobre sus sujetos al apropiarse la función del estereotipo para estabilizar la objetivación erótica de la otredad racial y afirmar, con ello, su propia identidad como el yo/ojo soberano que tiene poder de dominio sobre la abyecta "cosisidad" del otro (como si las imágenes implicaran: "tengo el poder de convertirte a ti, criatura baja e indigna, en una hermosa obra de arte"). Como la mirada de Medusa, su ojo-cámara convierte el cuerpo negro en una piedra; cada "disparo" somete la carne del negro al espacio de representación del imaginario masculino blanco, fijo y congelado en el espacio y en el tiempo, inmovilizado y acallado en nombre de un ideal estético trascendental. Aquí se inscribe otro aspecto de la objetivación: a medida que el nombre propio de cada hombre negro se le quita a la persona y se le da a la obra de arte en calidad de título o leyenda, el trabajo de creación invertido en la relación intersubjetiva entre artista y modelo queda enajenado y borrado por el valor comercial del objeto producido. Y las impresiones de Mapplethorpe alcanzan precios exorbitantes como objetos de arte en el mercado internacional de la fotografía artística.

El énfasis fantasmático en la dominación también es evidente en el efecto de aislamiento, por el cual sólo un hombre negro aparece en el campo visual en un momento dado. Como impronta de una fantasía narcisista centrada en el ego, éste es un componente crucial de la objetivación erótica de la otredad, no sólo porque encierra la representación de un cuerpo masculino negro colectivo o contextualizado, sino porque el encuadre con un solo sujeto es condición previa para una fantasía voyeurista de control unilateral y sin mediaciones sobre el otro, que es la función que cumple la pornografía homosexual y heterosexual. Superponiendo dos formas de ver (el desnudo, que erotiza el acto de mirar, y el estereotipo, que fija el flujo de la experiencia) vemos en la mirada de Mapplethorpe una reinscripción de la ambivalencia fundamental de la fantasía colonial, que oscila entre la idealización sexual del otro racializado y la angustia en defensa de la identidad del yo masculino blanco. Stuart Hall ha destacado esa ruptura del "ojo imperial" al sugerir que para cada imagen del sujeto negro como un salvaje, nativo o esclavo merodeador y amenazador, hay una imagen reconfortante del negro como sirviente dócil o divertido payaso y farandulero ("The Whites of Their Eyes: Racist Ideologies and the Media", en Silver Linings: Some Strategies for the Eighties, ed. George Bridges y Rosalind Brunt, Londres, Lawrence Wishart, 1981). Al comentar esa bifurcación en las representaciones raciales, Hall la describe como "expresión de la nostalgia de una inocencia por siempre perdida para los civilizados, así como la amenaza de que la civilización se vea invadida o minada por la recurrencia del salvajismo, que siempre está al acecho justo debajo de la superficie; o por una sexualidad no educada que amenaza con ‘salirse-nos’". En Mapplethorpe podemos discer-nir tres códigos discretos de la cámara por medio de los cuales se vuelve a representar esta ambivalencia fundamental.

El primero de éstos, que se reconoce más o menos conscientemente, se podría llamar código escultórico en la medida en que es en sí un subgénero del desnudo. Cuando Phillip simula lanzar el peso, el cuerpo idealizado de una estatua griega clásica se superpone al más común de los estereotipos: el hombre negro en calidad de héroe deportivo, dotado mitológicamente de un cuerpo "naturalmente" musculoso y personificación de rasgos esenciales de fuerza, gracia y perfección: bien duro. El deporte, arena pública fundamental, es un sitio clave de la ambivalencia masculina blanca. El espectáculo de cuerpos negros triunfantes en rituales de competencia masculina refuerza la idea fija de que son "puro músculo y nada de cerebro", y sin embargo como el hombre blanco es vencido en su propio juego (futbol, box, críquet, atletismo), el Otro es idolatrado hasta la envidia. Esta escisión se escenifica diariamente en los tabloides. En los titulares de primera plana los hombres negros aparecen como una amenaza, como asaltantes, violadores, terroristas y guerrilleros; sus cuerpos se convierten en la imagen de una irrefrenable y salvaje capacidad de destrucción y violencia. Pero si vamos a las páginas de atrás, las de deportes, Mike Tyson y Frank Bruno, "Magic" Johnson y Daley Thompson están domesticados como mascotas nacionales y animalitos falderos adoptados, y cualquier sugerencia de antagonismo se ve contenida por la incorporación paternalista: no son el Otro, están bien porque son nuestros muchachos, uno de nosotros. La "vergüenza" nacional de la defunción y derrota de Inglaterra en el críquet internacional a manos de las Indias Occidentales va acompañada de una admiración abyecta por el cuerpo impresionante de Viv Richards: el boleador caribeño de alta velocidad es al mismo tiempo amenaza y triunfador. La ambivalencia cala hondo en el nicho de los temores y las fantasías de los hombres blancos. Recordemos esas imágenes noticiosas de la reacción de Hitler frente a Jesse Owens en los Juegos Olímpicos de 1936 o bien, a la inversa, el saludo fálico con el puño cerrado del Black Power, en las olimpiadas de 1968.

Si la mirada de Mapplethorpe se pierde en admiración por un momento, reafirma su control "feminizando" al Otro al hacer de él un objeto de arte decorativo. Cuando Phillip es colocado en un pedestal, se convierte literalmente en plastilina entre las manos del artista blanco, como otros que forman parte de este código; su cuerpo se vuelve materia prima, mero material plástico, para ser moldeado, esculpido y formado dentro del idealismo estético de la abstracción pura. En la foto de Derrick Cross, con la inclinación de la pelvis, el trasero del hombre negro se convierte en un Brancusi. Comentando la di-ferencia entre imágenes móviles e inmóviles, Christian Metz sugiere que existe una asociación entre la fotografía, el silencio y la muerte, porque las fotos invocan un "efecto de muerte" residual que hace que "la persona que ha sido fotografiada esté muerta… muerta por haber sido vista" ("Photography and Fetish", October 34, otoño 1985, p. 85). Bajo el intenso escrutinio de la mirada desapasionada y desapegada de Mapplethorpe, es como si a cada uno de los modelos negros se le hiciera morir, aunque no sea más que para reencarnar su esencia alienada en calidad de objetos estéticos idealizados. No se nos invita a imaginar cómo son sus vidas, sus historias o sus experiencias; son silenciados como sujetos y en cierto sentido "sacrificados" en el pedestal del ideal estético a fin de afirmar la omnipotencia del sujeto principal: el yo/ojo que tiene poder de luz y muerte.

Hay en contrapunto un código adicional del retrato que "humaniza" las duras líneas fálicas y se enfoca en la cara (la "ventana del alma") para introducir en la escena un elemento de realismo. Pero cualquier connotación expresiva es negada por la mirada directa, que no afirma la presencia de una objetividad autónoma sino que más bien, como las expresiones remotas y lejanas de las modelos de modas en las revistas ilustradas, destaca una distancia máxima entre el espectador y el objeto inalcanzable del deseo. Mira, pero no toques. La mirada directa a la cámara no es un desafío a la mirada del artista blanco, aunque juega con la tensión activa/pasiva entre ver/ser visto, porque cualquier perturbación potencial queda contenida por el trabajo subtextual del estereotipo. Así, en uno de los retratos, la naturaleza "primitiva" del negro es evocada por el perfil; la cara se convierte en una imagen residual de una máscara tribal estereotípicamente "africana": los pómulos altos y los rizos apelmazados connotan salvajismo, peligro, exotismo. En otro, el contorno cincelado de una cabeza rasurada, afinada por hilos de sudor, evoca una foto policial de los archivos forenses de delincuentes. También recuerda los usos antropométricos de la fotografía en el contexto colonial, cuando se medía el cráneo de los colonizados para "mostrar", por medio de las pruebas documentales de la fotografía, la inferioridad inherente del Otro. Este aspecto está cargado con una ambivalencia aún más profunda en el retrato de Terrel, cuya grotesca mueca recuerda la máscara feliz/triste del artista ambulante negro: humanizado por el pathos racial, el estereotipo de Sambo está presente en la escena, evocando la dependencia supuestamente infantil del hombre negro frente al Amo, que a su vez fija su "castración" social, legal y existencial a manos del amo blanco.

Por último, dos códigos juntos (de formateo e iluminación) interpenetran la carne y la mortifican para hacer de ella un fe-tiche sexual y racial, un amuleto africano venido del lado oscuro del imaginario del hombre blanco. El conjunto corporal se fragmenta en detalles (pecho, brazos, torso, trasero, pene) que invitan a una disección escopofílica de las partes que constituyen el todo. Como si fuera un talismán, cada parte es investida con el poder de invocar la mística de la sexualidad masculina negra con más perfección que cualquier todo empíricamente unificado. La cámara recorta como un cuchillo, permitiendo que el espectador inspeccione y examine la "mercancía". En esta atención fetichista por el detalle, las pequeñas cicatrices e imperfecciones en la superficie de la piel negra sólo realzan el sentido del perfeccionismo técnico de la impresión fotográfica. El recorte y la fragmentación de los cuerpos (a menudo "decapitados", por así decir) es un rasgo destacado de la pornografía y ha sido considerado desde ciertas posturas feministas como una forma de violencia masculina, una inscripción literal de un impulso sádico en la "mirada masculina", que corta los cuerpos de las mujeres en fragmentos visuales.** Sea sostenible o no esa opinión, su efecto aquí es sugerir que hay agresión en el acto de mirar, pero no como "violencia racial" o racismo-como-odio (por el contrario, agresión como expresión de la frustración de parte del yo que encuentra que el objeto de que su su deseo está fuera de su alcance, que es inalcanzable). El recorte en este sentido es análogo al striptease, pues la exhibición de las sucesivas partes del cuerpo distancia al objeto erotogénico y lo vuelve intocable a fin de excitar el impulso de mirar, que alcanza su objetivo en el desenlace que devela el sexo de la mujer. La diferencia es que aquí la develación que rebaja a la mujer de ángel a puta es sustituida por el no ocultamiento de las partes pudendas del hombre negro: el pene fetichizado como tótem prohibido de la fantasía colonial.

A medida que cada fragmento va seduciendo al ojo en una intensa fascinación, percibimos la dilatación de una manera libidinal de mirar que se extiende por la superficie de la piel negra. Fuertes contrastes de sombra y luz enfocan la mirada en la oscura y hermosa textura de la piel del hombre negro. Según Bhabha, a diferencia del fetiche sexual per se, cuyos significados generalmente se ocultan como un secreto hermenéutico, el color de la piel funciona en la cadena significante de la "negro-fobia" o es hipervalorizado como un atributo deseable en la "negrofilia"; el fetiche del color de la piel como "el más visible de los fetiches". El que se desvalorice en los códigos del dis-curso racial constituye el elemento más visible de la articulación de lo que Stuart Hall llama "el significante étnico" ("Pluralism, Race and Class in Caribbean Society", en Race and Class in Post-Colonial Societies, París, UNESCO, 1977). La superficie brillante de la piel negra cumple varias funciones en su representación: sugiere el esfuerzo físico de cuerpos poderosos (los boxeadores negros siempre brillan como bronce en el cuadrilátero iluminado), o como en la pornografía sugiere una intensa actividad sexual "justo antes" de que se tomara la foto, un estímulo metonímico para provocar la participación del espectador en la puesta en escena del deseo. En las fotografías de Mapplethorpe el brillo espectacular de la piel negra está ligado en una doble articulación en calidad de agente fijador para la repetición de la fantasía colonial en el texto. Hay un deslizamiento sutil entre representador y representado cuando la superficie brillante de la piel negra se vuelve consustancial al lujoso atractivo de la impresión fotográfica de alta calidad. Como lo ha observado Victor Burgin, el fetichismo sexual se une con el fetichismo mercantil para inflar la valorización de la textura de la impresión en la fotografía artística, tanto como en la fotografía de modas (véase: "Photography, Fantasy, Fiction", Screen 21, primavera 1980). Aquí la piel negra y la superficie de la impresión van unidas para resaltar el placer del espectador blanco al igual que lo redituable de las mercancías del mundo artístico que se intercambian entre el artista y sus corredores, coleccionistas y curadores.

En el discurso cotidiano el término "fetichismo" probablemente connota una sexualidad desviada o "rara", que evoca imágenes de ropa de cuero o de látex como signos de perversidad sexual. Este no es un ejemplo fortuito, porque el fetichismo de la ropa de cuero tiene un atractivo sensual en calidad de una especie de "segunda piel". Cuando se toma en cuenta que esa ropa siempre es negra, en vez de cualquier otro color, la ropa de cuero sugiere un deseo de simular o imitar la piel negra. La teorización freudiana del fetichismo como un fenómeno clínico de patología o "perversión" sexual es problemática desde muchos aspectos, pero la noción central del fetiche como sustituto metafórico del falo ausente permite comprender la estructura psíquica de la negación o la separación de niveles de creencia consciente o inconsciente relacionada con el eje ambiguo en que la negrofilia y la negrofobia se entrelazan. Para Freud, el niño a quien le produce un shock "ver" en la niña la ausencia del pene, que cree perdido o castrado, se encuentra con el reconocimiento de la diferencia sexual o genital, que sin embargo es negada o desconocida por el sustituto metafórico del que depende el fetichista adulto para acceder al placer sexual. De ahí que, para expresar el fenómeno en una fórmula lingüística como lo propone John Ellis, "Yo sé (que la mujer no tiene pene), pero (lo tiene por medio del fetiche)" ("On Pornography", Screen 21, primavera 1980, p. 100).

Esa separación se capta con precisión en Hombre en traje de poliéster cuando el enfoque central en el pene negro que surge de la bragueta abierta afirma y niega simultáneamente ese mito racial tan fijo del imaginario masculino blanco, a saber, que todo hombre negro tiene un pene monstruosamente grande. La escala de la foto pone en primer plano el tamaño del pene negro, que de esta manera significa una amenaza no la amenaza de la diferencia racial en cuanto tal sino el temor de que el Otro sea sexualmente más potente que su amo blanco. En calidad de objeto fóbico, la gran verga negra es un "objeto malo", un punto fijo en las fantasías paranoides del negrófobo, que Frantz Fanon encontró tanto en las patologías de sus pacientes psiquiátricos blancos como en las representaciones y los artefactos culturales normalizados de su época. Entonces como ahora, frente a esa foto "uno ya no es consciente del negro, sino sólo de un pene; el negro queda eclipsado. Se ha convertido en un pene. Es un pene" (Frantz Fanon, Black Skin, Londres, Paladin, 1970, p. 120). La fantasía primaria de la gran verga negra proyecta el miedo de una amenaza no sólo a las mujeres blancas, sino a la civilización misma, pues la angustia de la mezcla de razas, la contaminación eugenésica y la degeneración racial se escenifica por medio de los rituales masculinos blancos de agresión racial (el linchamiento histórico de negros en Estados Unidos solía incluir la castración real del extraño fruto del Otro).

El mito del pene negro en la ideología supremacista ha sido el objetivo de la desmistificación liberal ilustrada y la ciencia moderna se ha embarcado repetidas veces en el proyecto de medir penes empíricos para demostrar su falsedad. En la Norteamérica posterior al movimiento de los Derechos Civiles y al Poder Negro, donde la ortodoxia liberal de la opinión pública no proporciona ninguna legitimación a tales mitos folclóricos, Mapplethorpe pone en escena una negación de esta "verdad" ideológica: Yo sé (que no es cierto que todos los negros tienen penes enormes), pero (en mi foto los tienen).

Esta es supuestamente la bromita que se escenifica en la foto. Pero el racismo que presupone o al que obedece es borrado y diluido por la ironía jocosa del contraste entre las partes pudendas del negro y su atuendo público de traje de poliéster barato y de mal gusto. La oposición entre lo oculto y lo expuesto, lo desnudo y lo vestido, funciona alrededor de las oposiciones binarias naturaleza/cultura, salvaje/civilizado del discurso racial. El sexo se confirma como la "naturaleza" de la masculinidad negra, así como el traje de poliéster confirma el fracaso del negro que intenta acceder a la "cultura". Incluso cuando el Otro busca la respetabilidad (el significado del traje), su camuflaje no logra ocultar el hecho de que él, al igual que su pene, tienen su origen en un lugar anterior a la civilización.

Por último, la punta del pene brilla. Como el "brillo en la nariz" que era el fetiche sexual para el paciente de Freud; el brillo de este objeto emblemático de la fantasía sexual-racial de Mapplethorpe lo hace más visible. Pero en este aspecto simplemente recupera lo que es común y corriente: dondequiera que aparecen cuerpos negros desnudos en las representaciones, están saturados de sudor, ya mojados de sexo. Las imágenes etnográficas de Leni Riefenstahl en The Last of the Nuba demuestran las raíces coloniales del fetichismo visual del negrófilo: lo que se muestra tiene muy poco que ver con la cultura de la ornamentación corporal africana; más bien, como una página en blanco, la misma negrura de la piel negra funciona como tabula rasa para la inscripción de una mirada que habla sobre todo de una sexualidad europea blanca. Riefenstahl admite que su fascinación por este pueblo de África Oriental no surgió de un interés en su "cultura", sino de una fotografía de dos luchadores nubios tomada por el documentalista inglés George Rodgers (The Last of the Nuba, Londres, Collins, 1976). En este sentido su excusa antropológica para un voyeurismo etnográfico no es más que la elaboración y racionalización secundaria del deseo primordial de volver a ver una y otra vez esta imagen perdida. Riefenstahl se hizo famosa como autora de espectáculos cinematográficos en la Alemania nazi y hay semejanzas superficiales que podrían sugerir no sólo que el fetichismo racial implica una cierta manera de mirar que está a disposición tanto de las mujeres como de los hombres blancos, sino también una continuidad de sensibilidad con Mapplethorpe que resulta en una estetización semejante de la política. Pero no tendría sentido calificar a Mapplethorpe de "fascista"; sólo aumentaría su reputación y su personalidad de artista "transgresor" en la vanguardia moderna reciente. Quizás sea más útil observar que en su obsesión por los cuerpos masculinos negros, Mapplethorpe reinscribe silenciosamente la negación ambivalente que se encuentra en esta expresión tan común de "No soy racista, pero…"

La figuración fetichista del cuerpo masculino negro en la fotografía de Mapplethorpe atrae la atención hacia la política cultural de la ambivalencia fundamental que habita el paisaje extraño, inexplorado y teóricamente "desconocido" de la imaginación masculina blanca, el "inconsciente político" de la masculinidad blanca. El desafío de su trabajo (y su posición altamente ambigua en la estructura del miedo, la fantasía y el fetichismo que se desdobla a través de la filigrana de poder ejercida por su mirada masculina blanca) es que, por lo menos, atrae nuestra atención hacia las maneras ambivalentes en que los blancos "miran" a los negros y nos hace examinar hasta dónde nosotros estamos implicados en ellas.

Traducción de Flora Botton-Burlá
© Kobena Mercer. Texto aparecido en Emily Apter & William
Petz (eds.), Fetishism as cultural discourse, London, 1998.

Notas

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* Me refiero sobre todo a Robert Mapplethorpe, Black Males, introducción de Edmund White, Amsterdam, Gellerie Jurka, 1982; Robert Mapplethorpe, The Black Book, introducción de Ntozake Shange, Munich, Schirmer/Mosel, 1986; y Robert Mapplethorpe, 1970-1983, introducción de Allan Hollinghurst, Londres, Institute of Contemporary Arts, 1983.

** Rosalind Coward, "Sexual Violence and Sexuality", Feminist Review 11 (verano 1982), pp. 17-22.

Kobena Mercer, "Los mil falos de Mapplethorpe", Fractal n°12, enero-abril, 1999, año 3, volumen IV, pp. 67-83.