martes, 22 de julio de 2008

De que hablamos cuando mencionamos al patriarcado???’ (texto de construcción colectiva)

PRIMEROS ACERCAMIENTOS

El patriarcado es un modo particular de legitimación de la dominación de unxs sobre otrxs. Se centra en un binarismo que consolida la distancia jerárquica con un otro “marcado” como diferente y portador de alguna inferioridad de base.

Funciona como el racismo, imponiendo jerarquías en el prestigio social y en la apropiación de poder, disponibles a priori para la persona según una especie de “concenso” previo. Estas competencias bien delimitadas, están basadas mayoritariamente en categorías de tinte “biologicista”, las cuales pretenden mantenerse de modo inconmovible, evitando un cambio socio-cultural de importancia.

El patriarcado puede pensarse como una especie de paradigma socio-vincular que sirve de marco legitimador para negar las vivencias cotidianas de malestar que producen en su despliegue los distintos estereotipos sexistas.

Su profunda inserción cultural lleva a que determine una buena parte de las interacciones espontáneas y los vínculos sostenidos que emprendemos con todo tipo de personas: “Jefe, ¿a cuanto el kilo de asado?”(él solo compra la carne para el asado, la verdura que la compren las mujeres...). O también, cuando un nene llora o está dolido se le dice: no seas nena o no seas maricón muchas veces sin intención conciente de atacar al sexo masculino ni a los homosexuales.

El “machismo” como corriente cultural (o representación social) deriva del patriarcado. Éste es un “entramado” con múltiples planos de proyección, mientras que el machismo es uno de sus emergentes sociales observables. Por ejemplo: el Estado interviniendo en la realidad social de modo absolutista y prepotente, actúa con una lógica patriarcal.

En realidad el patriarcado consiste en una serie de normas performativas (no escritas en papel sino inscriptas en la subjetividad de las personas , es decir en actos repetidos en el tiempo, que marcan cómo deben ser las relaciones entre hombres y mujeres: los dos géneros que dan cuenta de los dos únicos cuerpos posibles ... deseables...Ese binarismo excluye una amplísima gama de modalidades personales y divergentes tanto en los cuerpos como en las identidades que los habitan.

Los presupuestos incluyen relaciones de jerarquía y roles esperados en las relaciones entre varones y mujeres.

Además de incentivar una relación de poder de hombres sobre mujeres, la lógica patriarcal y hetero- normativa, excluye a otras identidades personales posibles, convirtiéndolas en anomalías sospechosas...

Pero también, el patriarcado posee implicancias económicas concretas, en cuanto a la posesión de bienes: la figura jerarquizada del varón poseedor, proveedor y/o administrador de los bienes familiares, por ejemplo. De esta forma, además de poseer una jerarquía mayor en los vínculos, se espera que los varones sean capaces de plasmar dicha “superioridad” en el terreno económico, materializando la ya mencionada asimetría simbólica que se juega en los vínculos.

Esto determina que, a nivel imaginario, el patriarca es EL poseedor de todo y de todos (recuerden incluso la importancia que le dan al Padre algunas corrientes teóricas, nombrándolo garante del orden simbólico a ser asimilado por las/los niñas/os en el contexto de la familia heteropatriarcal, las que pueden verse como visiones teóricas pro- patriarcales).

El patriarcado no sólo oprime a las mujeres, niño/as (como elementos subordinados de los vínculos) y a los cuerpos e identidades minorizadas (como anomalías negadas en su singularidad, como Gays, lesbianas, Travestís, Transexuales, Intersex y otras que ya existen y todavía no conocemos.). Además oprime a los propios varones hetero, los que son interpelados constantemente a través de los estereotipos sexistas, incitándolos a encarnar la norma rígida propia de lo instituido. El varón está coaccionado, debe amoldarse, si quiere ser un varón reconocido socialmente como tal. Así, si un varón quiere los privilegios patriarcales tiene que subordinarse y obedecer la norma. En nuestras sociedades, esto es visto como una sumisión necesaria para pertenecer. En caso contrario será considerado como uno que no es un igual, una suerte de categoría inferior de varón. Un otro agrupable junto a los demás otros, aquellos que nunca ejercen el poder patriarcal. Frecuentemente el varón cree que su condición de poseedor está amenazada, cuando pierde su rol de proveedor principal. Esta situación puede desencadenarle estados de depresivos y/o de gran irritabilidad. Es comprensible, ya que sienten que perdieron algo, al ser cuestionados por los mandatos patriarcales..

EL PATRIARCADO ES ANTERIOR AL CAPITALISMO...

Reconstruyendo el relato histórico acerca de la organización social de los humanos en épocas prehistóricas se propone el comienzo del patriarcado alrededor del inicio del periodo histórico, pero manteniendo algunas características del matriarcado durante algún tiempo hasta la instalación de las religiones judía-cristiana e islámica.

En Europa, con la difusión del sistema social conocido como feudalismo, el patriarcado se consolida de forma decisiva, ya que tanto el poder feudal como la iglesia católica adquieren gran capacidad para intervenir en la organización comunitaria (los siervos vivían en los feudos, “protegidos” por los señores; y todos los habitantes de una comunidad, aldea o villorio eran considerados de modo “natural”, como miembros de la diócesis de alguna parroquia, monasterio o convento). Tanto el poder del señor feudal, como la autoridad “divina” propia de aquella organización eclesiástica, determinaban relaciones de subordinación para el sujeto: campesinos y campesinas medievales, que reforzaban los tics propios del patriarcado de los llamados Pueblos Antiguos Europeos.

El patriarcado se ve convalidado desde las nuevas concentraciones de la autoridad social. Ellas a su vez encuentran en el patriarcado una sólida fuente para su propia autoridad. Esto se debe a que la autoridad inquebrantable que ejercían frente a las personas del “populus” era análoga a la autoridad patriarcal de los varones reconocidos socialmente en la comunidad como cabeza de una o varias familias. Asi es como vemos al patriarcado consolidado de modo dominante en Europa a lo largo de todo ese macro período histórico conocido como Edad Media.

¿ES POSIBLE SOSTENER EL CAPITALISMO SIN LA DOMINACIÓN PATRIARCAL?

Es cierto que el Patriarcado y el Capitalismo poseen orígenes y características que los diferencian entre si , aunque en la realidad histórico-social despliegan su acción de forma complementaria. Las determinaciones económicas interactúan de forma compleja con los mandatos socio-culturales En el sentido de su funcionamiento combinado, podemos decir que el patriarcado es una pieza clave en las relaciones de dominación, ya que hace posible viabilizar la explotación y la exclusión, fenómenos cabales del capitalismo. Así es como el capitalismo, en su desarrollo, encontró uno de sus puntales en el patriarcado. El sostenimiento del patriarcado, es utilizado por el sistema capitalista como herramienta de legitimación, en las relaciones sociales que promueve o permite. Todo esto se regula también a través de la acción del Estado, organismo de clase encargado del disciplinamiento de las voluntades y la contención de las “Crisis”, nunca consideradas como estructurales.

El patriarcado funciona también como representante cultural del capitalismo, mucho más popular que las corrientes neo-liberales (no libertarias, claro).Ambos sistemas actúan desde una lógica de las asimetrías, en una relación mutuamente especular. Ambos sostienen la figura del GRAN poseedor/acaparador: los grupos económicos poseedores del capital y de los medios de producción . Del mismo modo, el patriarca es el varón poseedor de las decisiones sobre los bienes familiares y, según el sentido común, es una referencia ineludible para los demás.

Patriarcado y Capitalismo están en una relación de conveniencia reciproca. El capitalismo sostiene relaciones de explotación y de apropiación desigual de los recursos necesarios para la vida. El patriarcado jerarquiza la posición de poder del varón heterosexual, relegando a lugares secundarios a mujeres, niñas/os, ancianos y otras identidades psico-personales.

Estas relaciones de asimetría vivenciadas en los vínculos personales, preparan y legitiman las desigualdades sociales-económicas fundantes del capitalismo. El patriarcado promueve así una nueva división de clases: la clase de los patriarcas y la clase de sus dominados, siendo ambos términos igualmente víctimas, en el sentido de que la actuación de estos roles lleva implícita la naturalización de la desigualdad y la opresión, contra las posibilidades de reconocer su existencia.

El obrero explotado en su empleo, regresará a su hogar y pretenderá adueñarse de la situación, como buen patriarca poseedor, reeditando la violencia de la que fue objeto anteriormente, al tiempo que la invisibiliza, a costa del malestar generado en otros y otras.

Como escribe Eduardo Galeano[i]:

“El admirable sistema que programa la computadora, que alarma al banquero, que alerta al Embajador, que cena con el General, que emplaza al Presidente, que intima al Ministro, que amenaza al Director General, que humilla al Gerente, que grita al Jefe, que prepotea al empleado, que desprecia al obrero, que maltrata a la mujer, que golpea al hijo, que patea al perro.”

La mujer, en su rol de madre reproductora de la fuerza de trabajo, no sólo cumple esta función criando hijos y alimentando al marido, también tiende a naturalizar su propia situación relegada y violentada, contribuyendo a difundir el patriarcado en su entorno más inmediato, el núcleo familiar que ha formado. Pero además, la mujer no sólo sufre el patriarcado sino que también sufre el capitalismo. Existe una doble opresión: no sólo trabaja por salarios de miseria y situaciones variadas de explotación laboral al igual que el hombre, sino que cuando llega a su casa atiende a lxs hijxs, lava los platos, limpia los pisos sin remuneración y en muchos casos se expone al maltrato físico y psíquico por parte de los varones de la casa.

El patriarcado posee sus propios mecanismos de reproducción, que por su íntima conexión con el capitalismo, constituyen un apoyo legitimador para este. Entonces el patriarcado les es funcional a las clases dominantes, las que por definición son reaccionarias; y buena ganancia que sacan de lo más conservador del “sentido común”, siempre reproductivo y enemigo de las innovaciones y los cambios, aunque sean necesarios para la mejora en la vida de las personas.

¿EN QUE MECANISMOS SE SOSTIENE SOCIALMENTE EL PATRIARCADO?

La respuesta a esta pregunta ya se fue perfilando: Cotidianamente desde que nacemos se reciben estímulos legitimadores para desarrollar actitudes pro-machistas, clásica expresión del patriarcado. Esta es una de las facetas principales de nuestra adecuación personal a la cultura funcional a la dominación: la Cultura Represora.

Althusser [ii] desarrolla el concepto de los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE) como instituciones de la sociedad donde se produce la homogenización de los individuos a la subjetividad normativa, asociada tradicionalmente al patriarcado, siendo así funcional a la dominación requerida por el macrosistema social. Esto se debe a que la lógica interna del funcionamiento de estas instituciones (y por ende las conductas y comunicaciones emprendidas en su interior) se encuentran adecuadas a las categorías ordenadoras de realidad que al sistema capitalista le interesa reproducir .

Algunos AIE como para tener en cuenta son: familia, escuela, diversas agencias del estado, etc.

En estos lugares, es donde se espera que uno se comporte dócilmente dentro del modo ya estipulado por lo instituido. La diversidad, que es vista como “desviación”, es detectada y aún sancionada. Son lugares donde el individuo es observado de forma continua y puede ser interpelado cada vez que es necesario, en pos de su “adecuación” social. Por ejemplo, en las escuelas cuando un niño o niña no cumple con los roles asignados esperados para su género, los padres serán advertidos por las autoridades y en algún caso el niño o niña será atendido en el gabinete psicológico.

Los AIE o las principales instituciones sociales, son las garantes de la reproducción del sistema social, que se pretende conservar inalterado. Las desviaciones personales dentro de las instituciones, el alejamiento radical de algunos, con respecto a la inercia normativa de la cultura represora, son consideradas un peligro por el campo del poder, ya que contienen un potencial de disidencia que se intenta anular. .[iii] Así observamos cotidianamente un sólido maridaje entre el sostenimiento de la dominación capitalista y la vigencia del “sentido común” auto-alienante de las vivencias y deseos personales

Y SIN EMBARGO SE MUEVE

La cuestión no se acaba con lo anterior. El patriarcado, como el capitalismo no es un sistema abstracto y estático, sino que varía reaccionando a las diferentes fuerzas contrahegemónicas que le hacen frente. Así, como el capitalismo no es igual ni en tiempo ni en espacio: es distinto por ejemplo el neoliberalismo del estado de bienestar, el patriarcado no es el patriarcado de principio del siglo XX y a su vez, se expresa de forma diferente en la actualidad según cada sociedad. Por ejemplo, hay países como en Holanda que penalizan la homofobia con prisión, países en los que no hay leyes que hagan referencia a la homosexualidad y países que sancionan a los homosexuales con prisión y en algunos casos no ser heterosexual implica hasta la pena de muerte como en el caso de Arabia Saudita y otros países del Golfo Pérsico.

Los imperativos machistas son interiorizados por el varón, a través de sus pares. Son otros hombres los que constantemente evalúan el grado de virilidad de cada varón. Los medios de comunicación mediante la hiper- atomización de identidades a las cuales apelar para vender, retroalimentan los estereotipos machistas (El caso de AXE es impecable).

Pero esto es un indicio de algo más complejo: el poder ya no funciona exclusivamente desde la prohibición (Si bien dentro de las normativas siempre hay comportamientos impugnados) sino desde el deseo.

Las relaciones de género actuales parecen una parodia de la liberación sexual de los 60-70. de un sexo escondido que prometía la liberación de los cuerpos, estamos ante un sexo represor que no prohíbe sino que dicta el “COMO SE DEBE TENER SEXO”. Como dijo un poeta “lo que fue hermoso será horrible después”. Los que no acaten las formas correctas o estén en desacuerdo, pueden ser tildados de cobardes, puritanos, reprimidos o “asexuados macanudos”.

No sólo las formas sexuales sino los comportamientos de género están administrados, también por el patriarcado piola, bonachón, vivo, amigo, desenfadado y hasta con una linda cara de mujer. Pero a no confundirse detrás de la bien estilizada máscara (hecha con Wellapon) de libertad se esconde el lagarto fascista, rector de comportamientos, preparado para poner todos los deseos detrás de una vidriera de shopping. Deseos que se ajustan a cada particularidad, si usted es heterosexual entonces puede disponer de revistas, series, juegos etc. que responden a la heterosexualidad, pero, si usted encara una “nueva sexualidad” como por ejemplo la homosexual, también dispone de productos que apelan a esa elección.

LA FIESTA REPRESIVA (EN BUSCA DEL HOMBRE NUEVO)

Sin embargo esta tendencia de “vengan todos a la fiesta”, choca brutalmente con la parte del patovica que te deja afuera. Así tenemos una travesti que es una estrella del espectáculo mientras la comunidad travesti lucha por sacar a sus miembros de la pobreza y la marginación. Tenemos un homosexual respetado por leer revistas en un programa de televisión pero la discriminación sigue a flor de piel (una piel clandestina y golpeada) y por supuesto y como olvidarse de ella: la mujer moderna, ya liberada de sus obligaciones, independiente y segura pero atrapada en una red esquizofrénica que la sobreexplota y la somete, según sea su posición social, a violaciones, tráfico de mujeres (actualmente los negocios “ilegales” que más dinero generan son primero las armas, luego las drogas y en tercer lugar la trata de mujeres dejando en evidencia la concepción de mercancía que se tiene de las mujeres en la sociedad patriarcal), violencia doméstica, y violencia simbólica (del tipo el amor es una guerra, por eso te quiero, TE QUIERO MATAR).

Por supuesto que de este circo perverso los varones no escapan. El rol masculino va cambiando en su forma aunque socialmente se sigue construyendo un modelo represor Ya no hay sólo tipos en musculosa que le dicen a las mujeres qué tienen que hacer .Ahora también hay hombres modernos, frescos, agradables, metro sexuales, tecno sexuales...

Pero debajo de esta frescura moderna, pocas cosas han cambiado y todavía algo huele mal en Macholandia. La violencia hacia la mujer no ha disminuido, la crisis laboral vomita cuerpos masculinos desesperados, quebrados, tristes. Ante el avance de algunos movimientos feministas o de las ideas feministas muchos se atrincheran (al igual que muchas mujeres) en la estúpida y conformista “guerra de los sexos”. Guerra que perversamente se lleva a la cama para transformar el jardín de las delicias en un cementerio de histeria.

Muchos hombres son movidos por los oscuros hilos del miedo. La inseguridad del macho lleva a la violencia y muchos afirman que la forma de solucionarlo es: no hacerse cargo del problema o volver a una masculinidad original.

ACORDES FINALES (IMPLICADOS)...

Desde los movimientos de izquierda o contra hegemónicos se suele decir: ¿Qué tengo que ver yo con las cuestiones de género?

Como varones que se pretenden libertarios no podemos eludir esta pregunta. Una respuesta sería: Desde la necesidad de ser un hombre nuevo es necesario (como lo dijera Guevara) ser sensible a cualquier injusticia que se presente. ¿acaso las relaciones de poder que se ciernen sobre los cuerpos no son inmorales e injustas? Podemos apelar a una hermosa frase: Ninguno de nosotros será libre mientras otros sigan teniendo cadenas.

Pero también hay otra pregunta: ¿por qué deberíamos jurarle lealtad a un sistema que nos premia por dominar?. Un sistema que cuando entra en crisis nos destruye el amor propio, nos impulsa a la violencia, al alcoholismo y hasta al suicidio (piénsese en la cantidad de varones que se suicidaron en la crisis del 2001 o durante el auge neo liberal de los noventa, después de perder sus trabajos) ¿vale tanto la virilidad? ¿ es revolucionaria esta virilidad?

Nosotros pensamos que no. No podemos seguir avergonzados por no tener la virilidad opresora, por no ser hombres hegemónicos. La valentía y el heroísmo no son propiedad de los varones, debemos dejar de lado el heroísmo machista del YO MACHO FUERTE, INTELIGENTE Y COMPETITIVO para ir por caminos más difíciles pero más valientes. En este sentido la valentía de los oprimidos por el patriarcado es un buen modelo desde “Mujer no se nace. Mujer se llega a ser” hasta las salidas orgullosas del closet y la gesta del nombre propio.

No se trata de LEVANTAR MINITAS CON UN DULCE CUENTO FEMINISTA. Sino de cuestionarnos que tipo de varones somos, de dejar de tener miedo, de abandonar la trinchera de la guerra de los sexos, y luchar como hombres nuevos y junto a todxs los demás contra todas las injusticias de un mundo que amenaza con condenarnos al invierno eterno.

Puede ser verdad que el hombre feminista sea una espada sin filo (no corta, no hace sangrar), pero dicha secreta espada (un falo lesbiano?) puede preservar y cambiar la vida.

NO HAY HOMBRE NUEVO DENTRO DEL PATRIARCADO

VAGABUNDOS DE LOS ESPEJOS UNÍOS




(x)Tina Modotti Fotográfa, acrtriz y militante comunista nacida en Italia. Vivió en México y fue amiga, compañera y amante de grandes artistas e intelectuales revolucinarios de la época como Frida Kalho, Diego Rivera y Julio Antonio Mella. Esta fotografía pertenece a una serie llamada “Manos trabajando”. Con esta foto en particular se dice que intentó demostrar con una destacable calidad fotográfica, que el trabajo doméstico es trabajo. También se cree que buscó provocar una reflexión en torno a las causas que llevan a que las mujeres pobres lavan la ropa de los ricos además de la su familia y la propia.

[i] Eduardo Hughes Galeano (Montevideo, 3 de septiembre de 1940) es un periodista y escritor uruguayo, una de las personalidades más destacadas de la literatura iberoamericana. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas. Sus trabajos trascienden géneros ortodoxos, combinando documental, ficción, periodismo, análisis político e historia. Galeano niega ser un historiador: “Soy un escritor que quisiera contribuir al rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América Latina, tierra despreciada y entrañable”. Se clasifica como un periodista que estudia la globalización y sus efectos negativos.

[ii] Louis Althusser (19 de octubre, 1918 - 23 de octubre, 1990), filósofo marxista. Nació en Birmandréis, Argelia y estudió en la Escuela Normal Superior de París, donde más tarde se convirtió en profesor de filosofía. Durante su juventud se sintió fuertemente identificado con el cristianismo. Fue uno de los principales referentes académicos del Partido Comunista Francés (en cuyo interior se involucró en agrias disputas teóricas que desembocarían en su famosa “autocrítica”), y su pensamiento puede ser considerado como una respuesta a múltiples interpretaciones del marxismo, entre ellas empirismo y el humanismo. Es habitualmente encasillado como un marxista estructuralista, aunque su relación con las otras variantes del estructuralismo francés es bastante compleja.

[iii] Este enfoque también se fundamenta en los análisis de Foucault sobre los dispositivos de poder y el accionar institucional frente a los “anormales”. También puede citarse al Deleuze de “Posdata a las Sociedades de Control”. Este apartado podría haberse escrito enteramente desde esos autores, ya que ambos describen mecanismos de legitimación de los núcleos de poder hegemónico. Estas tres versiones teóricas pueden a su vez cotejarse con la de Gramsci acerca de los mecanismos de creación de hegemonía.

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